¿Por qué es tan difícil escoger una carrera?

Muchos jóvenes, al igual que yo, tenemos que pasar por ese difícil momento, digo muchos porque no todos tienen la libertad de escoger lo que ellos quisieran estudiar y otros ni siquiera comienzan la universidad. Decidir qué hacer con tu futuro no es tarea fácil, es una elección que  muchas veces nos inspira temor y es en ese momento cuando empiezan a surgir las preguntas ¿es verdaderamente lo que quiero estudiar? ¿Y si no me gusta? El miedo de fallar en lo que puede convertirse en la elección más importante de nuestras vidas asusta para dar el paso al mundo del siglo XXI,  adentrarnos en la vida adulta, pero sobre todo empezar a vivir la realidad que apenas comienza.

Son tantas las posibilidades que tenemos para construir nuestro futuro, que resulta difícil escoger una opción y por si fuera poco, todas las universidades ofrecen planes de estudios atractivos, planteles cómodos, intercambios, clubes culturales, deportivos, etc.

Podemos escuchar las historias que nos cuentan nuestros padres, familiares y amigos de personas  que en su momento estudiaron  lo que nosotros queremos y que ahora han hecho, se han convertido  y han ejercido su profesión (O ninguna de las anteriores) y que por eso, correremos con la misma suerte que ellos. También nos pueden decir que nos vamos a morir de hambre, que está  saturada o simplemente que eso no es para ti, y puede que tengan razón, solamente nos daremos cuenta de eso sobre la marcha, conforme vayamos avanzando en la vida, pero eso no quiere decir que por ello nos vayamos a desanimar o peor aún, frustrarnos en el futuro por no haber hecho lo que queríamos.

A pesar de que le vayamos a dedicar 4,5 o 6 años de nuestras vidas a estudiar una licenciatura o ingeniería, desgraciadamente esto no significará que de esto vayamos a vivir, son tantos los factores externos que influyen en nuestras vidas que muchas veces los títulos quedan solamente en el papel, pero esto no significa que por ello perdamos la esperanza o la ilusión de estudiar lo que queramos.

No debemos temer a equivocarnos, aún queda un largo camino por recorrer y si no es una carrera u otra, hay miles de posibilidades para decidir qué hacer con tu vida, debemos darle importancia a lo que nos dicen los demás, pero es más importante lo que quieras tú, mas allá de los consejos, advertencias, amenazas etc. Nosotros somos quienes tenemos la última palabra y la capacidad de decidir sobre nuestro propio futuro. También tenemos la opción de no hacer lo más cómodo, tomar un año sabático  y en ese tiempo estudiar algún idioma y trabajar.

Si bien puede que te ayude a madurar, estudiar un idioma o buscar un trabajo temporal que no tenga nada que ver con lo que queremos tampoco servirá para tomar una decisión. El tiempo no perdona ni espera a nadie y el mundo exterior tampoco.

Como diría el Tío Ben  en la película de Spiderman: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”; el gran poder de la “libertad” se traduce también como una gran responsabilidad con uno mismo, mas allá de la obligación que tengamos con los demás para escoger una carrera, la es decisión personal y va a repercutir solamente en nosotros mismos, es por eso que no debe tomarse a ligera.

 

Anarquía como una filosofía de vida

Antes de empezar a desarrollar el tema, es importante saber que las concepciones de anarquía tienen numerosas variantes sistemáticas, existentes a lo largo del mundo y de la historia de muchas comunidades. Partiendo de ese punto, comentaré una de las concepciones que me ha parecido inmensamente interesante, tomada y nacida en las mismísimas tierras mexicanas.

Como base sustancial de la anarquía encontramos la libertad. Una libertad incluyente, con un único límite… la libertad misma, pero la aplicada por los demás como seres autónomos. Esto, por su parte, como lo ha afirmado Malatesta, no significa que la libertad se reconozca ni se haga respetar para explotar, oprimir y mandar porque éstas van en contra de su naturaleza.

La anarquía responde a diferentes factores de conflicto que conforman los grupos humanos, los factores más emblemáticos son la ideología política, la económica y la social-cultural. De manera que enfrenta las bases de éstas, por su parte, la política, que se ha regido bajo las imposiciones institucionalistas del Estado; la económica, que se jacta de la explotación sin mesura y sin consideración de los brazos que le trabajan, aplicando así lo conocido de la propiedad privada; y por su parte, la ideología social-cultural, viéndonos inmersos en la dominación que está dentro de las raíces de nuestra cultura, dentro de nuestras formas de relacionarnos socialmente, y dentro de nuestras concepciones cotidianas del mundo.

El anarquismo lo llamo una filosofía de vida porque plantea una realidad en la que nos desarrollemos como seres autónomos, y en el mismo sentido como seres capaces de saber organizarse por sí mismos sin estar bajo un sistema de dominación que va aplastando las libertades y voluntades; seres con apertura al conocimiento, al aprendizaje, porque de esa manera sería encontrar la única salida de la esclavitud impuesta por el poder hegemónico; seres con la capacidad de sensibilizarse ante las necesidades y agravios del otro; capaces de respetar las libertades de los demás individuos que forman parte de su comunidad; seres con el firme compromiso de cumplir con la responsabilidad que tienen respecto a la sociedad en la que viven.

El anarquismo enmarca una libertad que no puede existir si no es en sociedad, no existe en una libertad individualizada. Sin embargo, esta libertad no es posible si se tienen esas incrustadas culturas y dinámicas sociales de dominación, cualquiera que sea su forma de aplicarla.

El anarquismo es una postura y una actitud en la que no se pretende señalar al que no lo es como un lego o impuro, sino, por lo contrario, asumir que como tal, el anarquista no pretende imponer su idea.

Un punto que yo veo en sintonía con la idea de realizarse en comunidad, en posición de resolver los verdaderos problemas que aquejan a un grupo humano con técnicas de organización en base al beneficio común y no el de unos cuantos, es el de la aplicación de una verdadera democracia, tal y como nos la plantearon nuestros antepasados hermanos occidentales en Atenas. Con la mirada en una organización en la que el mismo pueblo decida sus normas con las que es conveniente para todos regirse, y de tomar en manos propias, los procesos sociales, las decisiones en colectivo, sin la espera de la decisión de uno solo, porque bien se sabe que para el anarquismo, tal y como se define per se, no es admisible cualquier forma de Estado en la que se constriña la libertad, ya que éste representa una institución de dominación masiva.

Y son estas razones las que me hacen reafirmar la postura de eliminar la indiferencia y deshumanización que hemos venido forjando como cultura al querer vernos como únicos individuos dentro de “nuestro mundo”, porque ciertamente estamos compartidos en una sociedad.

El anarquismo tiende al establecimiento de un orden social basado en la fraternidad y el amor, al contrario de la presente forma de sociedad, fundada en la violencia, el odio y la rivalidad de una clase contra otra y entre los miembros de una misma clase. El anarquismo aspira a establecer la paz para siempre entre todas las razas de la Tierra, por medio de la supresión de esta fuente de todo mal: EL DERECHO DE PROPIEDAD PRIVADA

Ricardo Flores Magón

Los escándalos de la Iglesia Católica Mexicana

Hace unas semanas, los que trabajamos en los medios de comunicación en las diócesis de México recibimos una invitación por parte de la Comisión Episcopal para la Pastoral de la Comunicación (CEPCOM) y la Secretaría General del Episcopado Mexicano (SEGECEM), para participar en el «Seminario de vocería y manejo de crisis»; la cita era para la última semana del mes de marzo en Lago de Guadalupe, en la casa de los obispos de México, ubicada en el municipio de Cuautitlán Izcalli.

Éramos más de cincuenta participantes, representando a más de 40 diócesis y arquidiócesis del país y el encargado de comunicaciones de la Arquidiócesis de Nicaragua. Hombres y mujeres, provenientes desde Mérida hasta Nogales y de Veracruz hasta Culiacán, la mayoría sacerdotes, muy pocas religiosas y laicos. Desde el pasado encuentro nacional que se había llevado a cabo en la ciudad de Torreón en el año 2011, no se había realizado un taller enfocado a la tarea del vocero y el manejo de crisis dentro de una institución eclesiástica.

La semana de trabajos fue abierta por Mons. Alfonso Miranda, secretario general de la CEM, donde nos planteó los retos que tienen los obispos para los próximos años y las diferentes problemáticas a las cuales se están enfrentando como pastores de un pueblo que cada día espera más acciones concretas de sus guías en torno a los temas de justicia social, migrantes, lucha contra la corrupción e impunidad, abusos sexuales por parte del clero, etc.

Fueron unos días muy intensos debido a que durante esa semana, habían privado de la vida al padre Felipe Altamirano, de la Prelatura del Nayar, y secuestrado al padre Óscar López, religioso de la Diócesis de Tampico. Anterior a esa semana, la Diócesis de Piedras Negras había emitido un comunicado donde informaban sobre la situación del padre Juan Manuel Riojas, quien era el rector del Seminario de esa diócesis y acusado presuntamente de abuso sexual de algunos seminaristas.

Al transcurrir de los días, los expositores nos plantearon nuevas estrategias para enfrentar las diversas crisis que se presentan en nuestras iglesias particulares y cómo manejarlas desde las oficinas de comunicación. Estrategias, comunicados, ruedas de prensa, entrevistas, boletines, implicaciones jurídicas, hasta la actuación de los ministros de culto en tiempos electorales, etc., todo un cúmulo de teoría y práctica para enfrentarlos con profesionalismo y, principalmente, como hombres y mujeres de fe.

Pero había algo que rondaba en los pasillos de la casa de retiros y que muchos lo platicamos abiertamente en los espacios de diálogo y convivencia: no cometeremos los mismos errores de siempre. ¿Cuáles son esos errores? Cuidar la imagen de la institución y no velar por los derechos de las víctimas y los más débiles. No se puede seguir protegiendo a un delincuente; la así llamada «cero tolerancia», que desde el Papa Benedicto XVI se ha querido implementar en toda la Iglesia católica, resonaba en todos nuestros diálogos.

Algunos piensan que la Iglesia católica no ha actuado de manera evangélica ante los casos de escándalo de algunos de sus miembros. Y muchas veces tienen razón. Muchos de nuestros fieles esperan que se actúe de manera clara y firme. A mí me lo han comentado de manera personal: ¿Qué esperan para actuar, padre? ¿Por qué protegen a los curas? Inclusive, ha habido personas que han llegado a las oficinas del obispado exigiendo que denunciemos la actuación de un cura de nuestra diócesis; en las redes sociales, de manera privada y algunos públicamente, denuncian a algunos miembros de nuestra Iglesia, pero sin aportar ninguna prueba, solo rumores, sin ningún argumento claro para iniciar un proceso judicial.

Los escándalos han hecho mucho daño a la Iglesia católica, muchos de ellos han propiciado una crisis de fe y el abandono de la práctica religiosa. Cuántos hermanos nuestros, hombres y mujeres, niños y niñas, han sido lastimados en lo más profundo de su ser por la maldad de un hombre o una mujer consagrados a Dios. El Papa Francisco ha dado testimonio de que no se tolerarán más abusos por parte de ningún miembro de la jerarquía, hasta los obispos negligentes serán sancionados de manera ejemplar.

El clima de ese encuentro fue esperanzador. Hablamos de casi todos los casos que se han presentado en nuestra iglesia mexicana. Todos los participantes nos llevamos una tarea, hablar siempre con la verdad y buscar el bien de nuestras comunidades. Las víctimas, especialmente los menores y sus familias, merecen todo nuestro respeto, cuidado, ayuda y protección. Los miembros de la jerarquía que han cometido un delito tienen derecho a un debido proceso, pero jamás la protección o el encubrimiento institucional.

Rafael López, pbro.

Director de Buena Nueva, periódico de la Diócesis de Torreón.

@rafalosi

 

 

Escritura de rodilla

Escritura de rodilla, esa frase la oí por primera vez de Jaime Muñoz, debo decir que la metáfora me deleitó. Qué tan ocupada e interesante puede ser tu vida, que la escritura tienes que robársela al tiempo, que no deja ni por un segundo su tic tac.

Pero ahora que trato de hacer lo inconcebible, robar unos minutos para tener listas mis colaboraciones literarias. Escribir; destajos de esa novela que amontona anotaciones por varios cuadernos, escribir los cuentos que rondan por mi cabeza, donde los personajes no dejan de hostigarme para salir al papel, escribir los versos que navegan y esperan ser convertidos en poesía, escribir para mi amado blog, ése blog que me abre puertas, y me permite bombardearlos con mis descalabros mentales: letras.blogsiglo.com, escribir para la revista digital  gerardop57.sg-host.com, escribir colaboraciones para revistas y periódicos que les agrada mi retórica, o la toleran más bien.

En este momento, que escribo estas líneas, me encuentro en Cuatro Caminos esperando entrar a un módulo de atención médica para la empresa en que laboro de día. Así es, durante el día soy asesora y durante la noche soy Batman, jajaja,  no lo pude evitar. Durante la noche soy madre, esposa, pasea perro y  pseudoescritora. Comúnmente me hago de estos instantes para guardar letras en el maletín y vaciarlas al llegar a mi computadora. Podría sorprender, ya que la vida de un postulante a escritor parece fascinante, pero comer de las letras es complicado, tan complicado como aprender a no comer.

¿Qué si es fácil escribir sobre la rodilla? No es tanto, pero cuando las musas te sostienen la pluma es mejor hacerles caso. Las palabras que se agolpan en tu cabeza, ésas si te atormentan, tienes que pasarlas al papel y aventarlas a la laptop.

Un niño llora a mi lado atormentando a sus padres, y a todos los que estamos a su alrededor. Un anciano aburrido espera a su hija, por momentos me observa mientras lleno de arañas mi pequeño cuaderno de notas. Sería largo de explicar que estoy trabajando, mientras espero iniciar mi otro trabajo. Así es la vida de un escritor, escribir en la rodilla.

Síganme en @asdipao y en instagram: fotosvagabundas

 

Miguel Riquelme: Menos Carácter y Más Debate

Hace unos días se le cuestionó al candidato del PRI a la gubernatura de Coahuila, si asistiría a los foros, encuentros y debates organizados por distintas universidades. Riquelme señaló: “sería muy ocioso y poco ético estar debatiendo todos los días ante distintos públicos, cuando hay mucha gente que está esperando escuchar las propuestas de los candidatos”.

Sería importante que Riquelme se diera cuenta, que no puede estar pregonando la democracia y evitando los espacios para debatir ideas y propuestas, seguir los consejos de sus asesores y equipo de campaña, podrían hacerle llegar a perder la elección.

Debemos recordar que una de las razones por las que López Obrador perdió las elecciones fue por no asistir a los debates. Tal vez Riquelme piensa que le puede suceder lo que pasó con Enrique Peña Nieto en la Ibero, y por eso prefiere espacios controlados donde el candidato no sea cuestionado y  en cambio solo sea aplaudido.

Por eso es importante que los candidatos dejen de buscar espacios de simpatía y abran sus campañas a foros y discusiones. Evitar espacios de diálogo con estudiantes y jóvenes de la región, envía un mensaje equivocado. No es solo la Ibero, también es la ULSA y la UAL, quienes han buscado al candidato para conocer sus propuestas a través de estos foros pero ha dado un rotundo NO a los universitarios.

Si bien el padrón electoral de los jóvenes no definirá esta elección, sí son pieza clave en ella, ya que éstos representan un número importante de  indecisos y de votantes no encuestados y que, estos dos factores sumados, forman un porcentaje mayor al de muchos candidatos. Además ,los jóvenes forman parte de los problemas que deben ser prioridad en las agendas de los candidatos como el desempleo y la falta de oportunidades para seguir estudiando.

Señor candidato, ciertamente hay mucha gente que está esperando escuchar sus propuestas y la de los demás candidatos, pero si se evitan espacios como foros, encuentros y debates, estará cerrando una puerta grande para mantener un dialogo abierto y plural con la ciudadanía.

Por último, quiero dejarles una petición en change.org creada por estudiantes de la Ibero Torreón. Es muy probable que esta iniciativa no influya en la toma de decisiones, pero es una forma de demostrar que los estudiantes no están de acuerdo con la inasistencia del candidato.

https://www.change.org/p/petici%C3%B3n-para-solicitar-al-candidato-a-gobernador-miguel-%C3%A1ngel-riquelme-su-asistencia-al-encuentro-universitario-en-la-ibero

“La verdad nos hará libres”.

¿Y dónde está la verdad?

“¿Qué es "real"? ¿Cómo defines lo "real?" Si hablas de lo que puedes sentir, lo que puedes oler, probar y ver, lo "real" son impulsos eléctricos que tu cerebro interpreta.”

 “Bienvenido al desierto de lo real”

 -           Morfeo

En estos tiempos de incertidumbre política, social y económica, donde las campañas políticas nos vendrán a socavar con tantos comerciales que ya conocemos, presentando las propuestas de siempre, inundando los espacios visuales y auditivos, donde la generación parece absorta con el mundo que se nos presenta y un conflicto nuclear mundial se anuncia cada cinco minutos; queda realmente preguntarnos si toda esta parafernalia, supuestamente informativa ,realmente nos ha servido para estar más cercanos a la verdad, ¿estamos más cerca de ella o qué tan lejos nos encontramos? Tal vez debamos preguntarnos algo todavía más básico y profundo para nuestro tiempo ¿Qué es la verdad? ¿Qué significa que algo sea verdadero? ¿Por qué es algo tan importante para nosotros la verdad? ¿Tenemos acceso a la verdad o siempre se nos oculta? ¿Acaso existe solo una verdad o varias verdades?

La palabra verdad viene del griego ἀλήθεια” (aletheia): “lo que no está oculto”, “lo que se manifiesta claramente tal y como es en su ser”. Verdad para el griego, es el ser de las cosas que se muestran tal y como son, libres de las apariencias que, inicialmente las ocultan, esto nos habla de su concepción filosófica de la verdad, que es una consecuencia de revelar las cosas para sí, no conocerlas en apariencia sino en su ser último, pero si estos hablaban del ser de las cosas, los romanos se referían a la verdad de las palabras y las personas. Inicialmente, en lugar del sustantivo abstracto “veritas” se usaba el adjetivo “verus”, que designaba las palabras o las personas firmes, que podían ser puestas a prueba o sometidas a juicio. En hebreo, el término “verdad” “emet” (אמת) no tiene el sentido de la cosa ya hecha, sino el de una acción que está por hacer. Por eso, en esta lengua “verdad” significa, ante todo, “confianza”. Verdadera es la acción fiable, la que es segura y ha de cumplirse de cierta manera. El verbo raíz de esta palabra es “aman” (de donde viene nuestro “amén” “אָמַן“), que se traduce por “confirmar”, “apoyar”, “respaldar”, en el sentido de dar nuestra confianza a algo que está por hacerse. Dios es por eso la Verdad, porque es lo único verdadero, porque es fiel. La verdad no es estática porque no se halla en el presente sino en el futuro donde Dios manifiesta su promesa. La verdad es algo que se afirma cada vez que se la palabra concuerda con la realidad.

En el mundo cristiano Cristo anuncia en todo el evangelio de Juan que es el gran “Yo soy”, en uno de esos menciona que el camino, la verdad y la vida, después dice que si conocemos la verdad, está verdaderamente nos libertará, ahora en uno de los últimos capítulos del evangelio, Jesús ha sido vendido, humillado y negado por sus discípulos, no tiene nada más que ofrecer, entonces se encuentra con el regidor romano Pilato el cual lo cuestiona sobre varios asuntos y Él cuestiona ágilmente, pero el punto culminante es cuando dice:

-“Y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.-

-Y Pilato le contesta con una pregunta: “¿Qué es la verdad?”

En esto se corta la plática, y menciona que no lo encuentra culpable pero a pesar de esto los judíos le dicen que prefieren a Barrabás (esto nos demuestra que la gente siempre prefiere a los ladrones) aunque el punto es éste, ni siquiera  Dios mismo nos puede decir qué es la verdad por sí misma, entonces ¿qué podemos encontrar nosotros si el cielo mismo nos la niega? Al final ni siquiera lo que nos excede sabe qué decirnos, entonces ¿Qué podremos encontrar nosotros, si estamos encarcelados por nuestros sentidos? ¿Será posible conocer? Kant nos dice que la verdad es como una isla sitiada dentro de un tempestuoso mar, Nietzsche al contrario nos dice que no existe la isla, que solo estamos con nuestra pequeña barca (que es lógico o lo apolíneo) rodeados del océano burdo, salvaje y sin orden (que es lo dionisíaco o lo ilógico); y el Altísimo no nos responde ¿Qué acaso la verdad es algo más grande que los filósofos y lo divino? ¿No es precio encontrarla para liberarnos de la ilusión de este mundo que nos engaña? Las preguntas son muchas pero las dudas nos aplastan, es como si quisiéramos desgarrar con nuestras manos el velo para llegar al lugar santísimo, y eso solo se logró con la muerte del mismo Dios ¿Qué acaso la muerte es lo único que nos puede librar de la mentira y por fin tener acceso a la verdad?

Nietzsche en la Gaya ciencia nos decía: “Que habrá muerto Dios pero sus sombras todavía nos recubren”, en un mundo tan fragmentado y rebelde consigo mismo, donde las totalidades se nos  diluyen de las manos, se nos esconden la telaraña de información que nos he dispara a nuestro alrededor, usamos categorías en crisis como categorías ordenadoras; matamos a Dios pero sus términos y conceptos nos siguen tomando de la mano, no encontramos algo que vuelva a recubrirnos y darnos seguridad de nuestro entorno, muchas cosas nos han dicho de nuestra realidad pero al final ¿En qué podemos confiar si no es en la verdad? ¿Qué podrá sustituir a la verdad, si la verdad misma ya no existe? ¿Acaso debemos cambiar nuestro concepto de verdad? ¿Si hay muchas verdades no pierde la idea de verdad valor en sí misma? ¿Hay formas más verdaderas de definir la verdad que otras? ¿Se encuentra la verdad en las cosas mismas o es un producto del hombre? Si nos ponemos a pensar un poco, la reflexión sobre la relación entre verdad y objeto abrió la caja de pandora, el conocimiento de repente se nos erige como un misterio impenetrable, y no porque sea conciso, al contrario nos envuelve más nunca podemos rasgar su interioridad.

Toda búsqueda de sentido tiene ver con algo espectral, el sentido no es algo que se pueda ver, sentir ni tocar, así mismo es con las verdades, siempre fantasmagóricas y diluyentes, el fantasma escapa al pensamiento binario, están y no están al mismo tiempo, es la presencia de la ausencia, es como aquel río en el que te bañas, ¿es la misma agua? Puedes decirme que no ¿Pero es el mismo río? Por supuesto que sí ya que se sigue llamando igual, ahora en este mundo de “Modernidad liquida” sucede lo mismo nada es sólido ni absoluto, la vida misma se nos escapa, y lo que ayer fue, ya no lo es el día de hoy, eso nos lleva a 3 preguntas fundamentales: ¿Quién puede sostener que exista una verdad que sea atemporal, inamovible e que no haya cambiado? ¿Quién puede sostener el absoluto? ¿Quién puede hoy sostener en términos morales o antropológicos una idea absoluta de la verdad?

Miremos al pasado, ¿hace 200 años como era y se pensaba el mundo? España todavía era una potencia mundial y México estaba bajo su poder, se creía que el universo no era tan grande, la revolución industrial ni siquiera había iniciado y el mundo nos parecía tan extenso, separados e inagotable, los recursos nos parecían infinitos y todavía pensábamos que el color de piel era algo que importaba ¿Dónde quedo aquellas verdades que se proclamaron?

La categoría de la verdad surgió como una un concepto absoluto, pero se ha ido relativizando con el paso del tiempo, se dice que las sociedades de antes emanciparon a Dios, y que la actual se están emancipando de la verdad, lo verdadero deja de ser importante en nuestras vida, ya no importa el hecho si no lo que nos hace sentir. La verdad puede ser una construcción humana para intentar categorizar la realidad antes de que llegue a nosotros, configuramos la verdad a partir de la interacción con nosotros, nuestra objetividad es fruto del pensamiento del sujeto, debemos de reconocer que nuestra verdad no es independiente de nuestra forma de conocer. Un problema para la consecución de la verdad es lo relativo al idioma. El nombre de un concepto crea la ilusión de que es inmortal y eterno, el concepto y su nombre se vuelven equivalentes; el nombre demuestra que el concepto es una sustancia duradera, indestructible, y no un proceso, proceso que son resultado de un proceso cultural. Aquí lo que sucede es que parte de nuestras concepciones occidentales están enmarcadas por la filosofía griega, la cual marca una verdad por correspondencia, la cual es que es la adecuación entre los pensamientos y las cosas, idea y a la realidad misma, la verdad siempre es una relación entre ambas dimensiones, cuando se conjugan nos muestran lo verdadero, pero verdadero es una afirmación sobre las cosas y no las cosas mismas, pero eso es suponer que podemos acceder a lo real sin interpretaciones personales, culturales o contingentes, que somos plenamente objetivos, seria suponer que todo lo que decimos, pensamos y hablamos está alineado con la realidad de lo real. Tendríamos que suponer que nuestra verdad es absoluta, ¿pero es así? Porque déjame decirte que una verdad que no es absoluta no es una verdad, no existen las casi verdades, porque absoluto significa que no tiene nada suelto, pero eso nos llevaría a pensar que la historia por si misma nunca ha cambiado. Creo que para poder sobrevivir en esta tormenta de información que vivimos día a día, tendríamos que reconocer que en nuestra supuesta centralidad, que las verdades no son absolutas si no relativas, que viene del latín relatio, que significa en relación, entonces dictaminamos que las verdades están en relación a algo. Aunque esto nos presenta un problema; vivimos como si existieran las verdades absolutas, tratamos de construir a nuestro alrededor modelos irreales de que nos tranquilizan, porque fuera de nuestra barca todo es caótico, hacemos un pacto de olvido consigo mismo para poder vivir.

Muchas veces presentamos a la verdad como sinónimo de lo real, pensamos que la verdad es la realidad misma de las cosas, pero debemos ir todavía a algo más profundo de esto y preguntarnos: ¿Qué es la realidad? Podemos definir a la realidad como algo que me excede y que tiene que ver con las cosas como son, las cosas en sí mismas, observemos algo; colocamos a la realidad como algo fuera de nosotros mismos, y podemos cuestionarnos ¿Qué acaso no estamos incluidos en la realidad? Y si estamos, pero somos tan antropocéntricos que nos colocamos en el centro de todo, cuando estamos dentro de ella, accedemos a lo real de modo parcial a través  de nuestros sentidos, percepciones y experiencias, déjame decirte que también comprendemos la realidad en relación al poder que ejercen los medios en nosotros, un ejemplo, cuando en política varios temas que se han vuelto tan sagrados, que preferimos no verlos, todo es cuestionable hasta esos concepto en los cuales nos sentimos cómodos, cuando venimos a cuestionar a la democracia, demostrar que en el capitalismo la libertad es una libertad ilusoria, porque hacer política para uno mismo, no es política es negocio, muchas repeticiones hacen una verdad y la interpretamos por medio de lo que se ha inculcado en nosotros, interpretamos en un acto sobre un sentido que ya nos fue dado y sobre un trasfondo ya elegido.

Para Foucault, la verdad no puede ser analizada por una disciplina tal como la dialéctica o la semántica, simplemente porque la verdad no está en el mismo nivel que la lógica o los significados, sino que más bien se remite a un análisis de la “relación de poder”. Entenderíamos así la verdad como “el conjunto de reglas según las cuales se discrimina lo verdadero de lo falso y se ligan a lo verdadero efectos políticos de poder”. Todo depende, en última instancia, de los sistemas de enunciados de poder, cuya tarea es decidir qué es lo verdadero y qué no lo es.

El poder necesita de la verdad para que el mecanismo funcione y, a su vez, la verdad produce mecanismos de poder. En conclusión, según Foucault, cuando hablamos de verdad no hay que entenderla como una relación entre signos y objetos, sino como un “conjunto de procedimientos reglamentados por la producción, por la ley, la repartición, la puesta en circulación, y el funcionamiento de los enunciados.”

La verdad queda ligada circularmente a los sistemas de poder que la producen y la mantienen, y a los efectos de poder que la inducen y que la acompañan. La verdad y el poder son inseparables, donde está el uno está el otro, y no pueden existir independientemente.

En relación a lo que vivimos en el diario, tendremos que ir ubicándonos en una posición hermenéutica, decía Nietzsche “No hay hechos solo interpretaciones”, aunque unos párrafos más adelante también nos dice: “Pero así mismo esto es solo una interpretación”, debemos reconocer en un punto que existe hechos interpretados, y que al interpretarlos nos estamos definiendo a nosotros mismos, como decía Gadamer “interpretar es interpretarse”, reconocer que somos un nudo de intencionalidades e interrogarnos a nosotros mismos ¿se disuelven los hechos en nuestras interpretaciones o lo real lo que resta de ellas? Vivimos en la edad de la interpretación, aquello que somos, aquello de donde provenimos y que está en permanente estado de cambio interpreta los hechos pero al mismo tiempo, va resignificando nuestra subjetividad, nuestro propio ser, la univocidad es un ideal pero solo es regulativo, sabiendo que nunca lo vamos a tocar, y en ese acto analógico se puede ver la interpretación del otro, del que está fuera de nuestra visión, nuestra razón nos hace creer que actuamos siempre para el bien común, que nuestras acciones redundan en favor de todos, lo particular lo volvemos universal, reconocer que solo poseemos fragmentos. No es imposible captar el sentido total del todo, pero lo necesitamos para poder caminar, pero sin menoscabar los sentidos o los fragmentos de otros. Nietzsche decía que la verdad era como un ejército de metáforas en permanente combate, en nosotros está que encuentren la paz.

Domingo Palomero: Ghost in the Shell

¿Qué nos hace humanos? ¿El cuerpo humano?  ¿Nuestra libre albedrío?
Ghost in the shell es una película con la tesis de la búsqueda y reconciliación con nuestro pasado, con el fin de encontrarnos y definirnos como entes únicos e irrepetibles. Un tema que en lo personal se me hace  profundo y nada comercial.
Los efectos y la composición fueron un orgasmo visual. Cada detalle en escena es un deleite, tanto, que te hace desconectarte de lo auditivo. Estuve tan fascinado visualmente que no recuerdo bien si la banda sonora estaba ahí. El maquillaje y el vestuario sin duda es algo increíble, hacen que los personajes comuniquen totalmente su personalidad humana sin dejar a un lado su aspecto robótico, si eres fanático de la ciencia ficción Ghost in the shell debe ser tu nuevo referente en maquillaje, vestuario y efectos visuales.
La película tiene críticas sobre hechos modernos cómo es el consumo de productos de belleza, las pantallas en nuestras vidas cotidianas, el exceso de publicidad y la bioética.
Lo que no me gustó fue el soundtrack, no me generó emotividad, solamente el del principio y el del final, pero de ahí ninguno me causó un impacto emotivo relevante.
La actriz Scarlett Johansson tuvo una buena actuación pero su papel de Black Widow me perseguía en todo momento, quizá si la hubieran arreglado más cómo el personaje del anime, la idea hubiera desaparecido.
No me gustó que la escena final la terminaran cómo súper héroe, se me hizo genérico y superficial. Estamos con alguien buscó su identidad de ser humano, no cómo súper héroe.

En general, Ghost in the Shell es una muy buena película para el segmento de fans del anime y amantes de la ciencia ficción, si no perteneces a este segmento quizá se te haga una película lenta y aburrida.

Interrogantes

Las últimas novedades, los últimos aconteceres en éste, nuestro mundo, y en éste, nuestro país, son eventos que nublan nuestros sentidos. Creo que al menos, muchos de los mexicanos han perdido el sentido y la capacidad de asombro. Son muchas las circunstancias que mueven, o dejan de mover al mundo, tantas que pareciera que ya forman parte de nuestra vida, constituyen lo cotidiano, son parte de “lo mismo” de todos los días, de tal forma que ya nada nos sorprende; hemos aprendido a vivir con ello, lamentablemente, ¡ya nada nos lastima!

     Los bombardeos a Siria, la utilización de armas biológicas en contra de la población civil, la muerte de hombres, mujeres y niños. Toda una población minimizada, acabada, violada, fragmentada; padres sin sus hijos, hijos sin sus padres, ciudades devastadas, miles y miles de muertos, personas que tenían una vida plena, niños que tenían una vida por delante… han desaparecido para siempre, es doloroso, lo sé, muchos de ustedes lo saben, sin embargo eso no es lo peor. ¿Qué pasará con los sobrevivientes? ¿Qué recuerdos permanecerán en sus mentes? ¿Qué memoria cargarán en sus maletas? ¿Qué sentimientos y emociones manejarán de ahora en adelante? ¿Quiénes los asistirán para remediar todas esas partes golpeadas al unísono?¿Serán acaso los futuros guerreros? ¿Podrán olvidar y perdonar? Posiblemente ellos conformarán los futuros ejércitos del mal; o tal vez se conviertan en personajes con ideales especiales, al estilo de Nelson Mandela, Martin Luther King, o Mahatma Gandhi.

     Cabría preguntarnos ¿qué hemos hecho nosotros para detener esta clase de genocidios? No podemos detener el genocidio interno; no nos ha preocupado la muerte de tantos periodistas, las fosas comunes, los desaparecidos, las desapariciones forzadas; si no somos capaces de resolver lo propio; ¿seremos capaces de hacer algo en relación a lo que sucede en el resto del mundo?

     Hay voces acalladas en todo el territorio nacional, hay fosas clandestinas en todo México. ¿Será verdad que nadie sabe quiénes son los perpetuadores de estos crímenes de lesa humanidad? ¿Ninguna madre, ninguna hermana, ninguna hija, ninguna novia, sabe que su familiar es un asesino? Y ¿viceversa tampoco? Tal vez vivimos entre asesinos y no nos hemos dado cuenta. Claro es como una metáfora, si el Estado, a través de sus gobiernos sabe que su vecino, compadre, amigo, hijo, hermano, etc, es un asesino, lo cubre con su manto, para que el chamaco descarriado, berrinchudo y consentido no sufra las consecuencias de sus actos y quede impune. Bueno, entonces, nosotros, el pueblo, también actuamos igual, protegemos al asesino que tal vez viva con nosotros, o en la casa de junto. Todos nos callamos y permitimos que pase lo que pase, nosotros somos los ciegos, sordos y mudos inconscientes que permanecemos ajenos a todo lo que sucede a nuestro alrededor, porque esa es la forma en que se vive “el ahora”, ¿hasta qué punto, esto nos convertirá en entes animalescos?

 

 

 

Heberto presente

Dos días después de que naciera mi primera hija, acaso el acontecimiento más determinante de mi vida, yo estaba todavía en estado de shock, como sumido en una felicidad desconcertante. Algo que se había repetido millones de veces en la historia de la humanidad, ser padre, ahora me ocurría precisamente a mí. Recuerdo que a ese parto asistí sólo ensombrecido por un vago temor, pues la ignorancia del hecho por venir hizo que atravesara el momento previo como si fuera un trámite de ventanilla. Cuando, todavía dentro del quirófano, vi a mi hija, todo cambió. Fue como si con ella naciera yo también, o al menos renaciera. La felicidad fue tanta que sentí tocar sus orillas, trascenderlas incluso. Esa alegría se transformó en una especie de hipersensibilidad que a su vez se tradujo en conmoción por todo lo que me rodeaba. De natural tristón, pesimista de clóset, pasé a ver sólo luz por culpa de mi hija. No es que ella hubiera cambiado mis filias y mis fobias, sino que todo lo hizo más claro. Secretamente, ella afinó lo que yo era, me hizo captar mejor el espesor de las ideas que me habitaban.

Así, pasmado por aquel ramalazo de dicha, me agarró la noticia sobre la muerte del ingeniero Heberto Castillo Martínez (Ixhuatán de Madero, Veracruz, 23 de agosto de 1928) ocurrida el 5 de abril de 1997 en el Distrito Federal. Por la hipersensibilidad que ya mencioné, aunque sé que de todos modos lo hubiera resentido, lloré (literalmente) su deceso. Recuerdo que por esos días cometí el error de mencionar esa muerte en una clase de la universidad. No lo hubiera hecho, pues fue inevitable que se me trabara la garganta y me escurriera el llanto frente a unos alumnos que de seguro no entendieron bien a bien la razón de tanta pena por el fallecimiento de un señor que no había sido ni pariente ni amigo cercano de quien allí nomás les daba una clase de literatura.

En efecto, yo no era pariente del ingeniero y ni siquiera amigo, pero, así fuera de lejos, se trató de un ejemplo de mexicano como yo deseaba (y todavía deseo) ser. La historia que está detrás de esta admiración no es tan larga. Empieza más o menos en 1982, cuando comencé a estudiar mi carrera, la de comunicación. Para entonces, aunque sin guía, ya era buen lector de libros y periódicos, y fue al comienzo de los años universitarios cuando me aficioné con toda convicción a la revista Proceso. Durante aquellos años la compraba semana tras semana, sin falta, y en casa la leía con lupa. Por supuesto mi mundo informativo y el de todos era de papel, pues al internet le faltaban cerca de veinte años para cundir por todo el mundo. En las páginas de Proceso conocí al ingeniero, pero no tenía más antecedentes sobre la persona que estaba detrás de aquella firma.

A la altura de 1984 u 85, en alguna conversación con Saúl Rosales, quien ya había sido mi profesor en la universidad, supe que no sólo conocía a Heberto, sino que había tenido mucho trato con él. De hecho, Saúl era fundador del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) que todavía encabezaba Heberto, y dada la reciente radicación de Saúl en La Laguna, estaba en la etapa de configuración del partido en nuestra región. Sin problemas me sumé al Mexicano de los Trabajadores y comenzamos un trabajo político hormiga, pequeñito aunque, para mí, emocionante y enaltecedor.

Así supe más sobre Heberto, sobre su figura de científico y militante de izquierda, sobre su cárcel en Lecumberri y sus incansables trajines como organizador político. Había algo extremadamente valioso en su condición: capaz de hacerse millonario con su profesión de ingeniero, en la cual destacó como pocos en su tiempo, había optado por la lucha política sin tregua. Honestidad, congruencia, respeto a un ideal, inteligencia al servicio de una causa, todo se apiñó armónicamente en su persona, y eso me lo presentó desde muy joven como un sujeto a seguir.

Llegó luego el ajetreo preelectoral por la sucesión de 1988. Los partidos de izquierda, cuya militancia más numerosa estaba en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), formaron el Partido Mexicano Socialista (PMS), al que adhirió el PMT, donde yo militaba. El candidato a la presidencia que salió de esa conjunción fue Heberto, quien comenzó su campaña, como siempre, a contracorriente. Fue en ese proceso cuando lo conocí, pues vino a La Laguna para promover el voto a favor de nuestra agrupación política y su candidatura. Yo había asumido, casi porque no había de otra, labores de comunicación en el partido, y entonces dispuse mi cámara Pentax K1000 para seguir la gira del ingeniero por nuestra región.

Me lo presentaron cuando llegó, y me pareció más alto y más blanco de lo que yo imaginaba. Era muy cordial, de sonrisa bonachona, nariz chata y pelo ya completamente cano, todo echado hacia atrás en largas hebras, como lo trazó Rogelio Naranjo en el dibujo que ilustra este post. Recorrimos lugares de La Laguna como Torreón, Gómez Palacio, algunos ejidos, y le tomé tantas fotos como pude (supongo que las conservo). En todo lugar Heberto se movía con tranquila naturalidad, y muy paciente escuchaba a las personas. En Dinamita, ejido de Gómez, invitaron a toda la comitiva a comer asado rojo y arroz, y allí lo tuve frente a mí, entre otros varios comensales, pero yo no dije una palabra por temor a regarla.

Algunos meses después ya sabemos qué pasó. Salinas fue destapado por dedazo y del PRI se dio la escisión de, entre otros, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, quienes articularon un frente cuyo impulso cobró fuerza de inmediato. Heberto había sido amigo cercano de Lázaro Cárdenas, con quien recorrió muchos lugares del país, y conocía a su hijo desde hacía años. Luego de varias reuniones, el PMS hizo pública la declinación de Heberto a la candidatura por la presidencia y el apoyo de esa organización a la de Cuauhtémoc, lo que devino, como también ya lo sabemos, triunfo escamoteado, es decir, el primer fraude de nuestra era neoliberal.

Nunca más volví a ver al ingeniero Castillo. Seguí leyéndolo en Proceso y atento a su trabajo político en el recién conformado PRD y en la Cámara de Senadores. Así llegó el 5 de abril de 1997, veinte años después, recuerdo nuevamente conmovido.

Heberto Castillo Martínez es, creo, el político mexicano al que más admiro del siglo XX mexicano. A dos décadas de su muerte física, larga vida a su memoria.

Lolito Santoyo: Niños de la calle