Hasta pronto, Gilberto

El Pensador Amateur | Federico Sáenz Negrete | @FSAENZN

Adiós Gilberto, hasta pronto.

Qué breve y apresurado momento para agradecer tu inteligencia, tu sabiduría, tu calidez, tu entusiasmo, tu humilde grandeza, tu grandeza humilde.

Compartir contigo un trago era asistir al desfile del conocimiento, al malabarismo de las ideas, al cóctel de las anécdotas, al inagotable gozo de las posibilidades abiertas, al eterno instante del recuerdo.

Gracias por la hermandad que nos dejas. De pronto, una cauda de hombres y mujeres de tu tierra, nuestra querida Comarca, nos descubrimos hermanos en un enorme dolor por tu ausencia, en una fraterna convivencia con tu gigantesco legado.

Cuánto talento se tejió a tu alrededor, la lista de los dolientes me ha dejado embelesado con el recuento del tamaño de los que te lloran. La gente que tanto admiro habla de ti con una sinceridad conmovedora. ¿Qué tiene esta tierra para que nazcan aquí personas tan valiosas?

Te puede interesar | Raúl Esparza… te la debía, maestro

¿Será el infinito horizonte que no limita o la perenne sequía que obliga al esfuerzo decidido y muchas veces, por desgracia, a emigrar siempre con la idea de volver algún día? Es esta incertidumbre del futuro que nos obliga a estirar la mano para arañar la saliente y escalar otra roca con entusiasta estoicismo.

Que enorme hueco nos dejas, querido amigo, que silencio va a rodear tu ausencia. Extrañaremos tu extenso universo, increíble amalgama de conocimientos que compartías en cada plática plena de variopinta y gozosa constelación de ideas.

Gracias, Gilberto, por esta breve oportunidad de convivir con tu grandeza, tan frágil, tan humana, tan cercana y fraterna.

Los atardeceres laguneros serán aún más rabiosos pues un nuevo hortelano se reintegra al Jardín del Eterno en donde ella le espera.

¿Qué tanto de lo que soy es gracias a mi esfuerzo y que tanto es gracias a logros de mis semejantes?

Por Federico Sáenz Negrete

¿Qué tanto de lo que soy es gracias a mi esfuerzo y que tanto es gracias a logros de mis semejantes? Muy difícil de saber.

Hay indicadores que nos ayudan a evaluar nuestro progreso personal ya sea en riqueza, en conocimientos, en poder político, en cantidad de amigos, en salud, en bienestar. También los hay para medir el progreso colectivo como el producto interno bruto, la productividad por persona, el ingreso promedio por persona, la cantidad de personas que abandonan el nivel de pobreza, el nivel escolar promedio. Últimamente han aparecido unos muy interesantes intentos para evaluar el bienestar, el índice de felicidad por país o recomendaciones de “el mejor sitio para vivir” que intentan incorporar elementos subjetivos al análisis objetivo.

Desde pequeño le escuché a mi padre que el ser humano era un ser gregario, un individuo que florece en comunidad y que aunque hay personas extraordinarias que producen avances notables, investigadores ingeniosos que desarrollan una técnica innovadora, poetas que escriben algo entrañable, científicos que resuelven laberintos, políticos que logran consensos, sus logros están destinados a mejorar la vida de la colectividad y dependen de muchos esfuerzos comunales para poder prosperar.

Cómo retribuimos al individuo por sus logros y qué es lo que valoramos como más valioso dice mucho de la civilización en la que estamos insertos.

¿Qué vale más? Osea, a quién debo de premiar con mayor intensidad, al científico que descubre una vacuna o a su empleador que financió por años su paciente labor de prueba y error hasta que dio con la solución, a la universidad en donde se educó, a sus maestros que le motivaron a estudiar, a su familia que le proporcionó el entorno emocional estable para que pudiese concentrarse en sus investigaciones, a sus vecinos que le protegieron de cualquier asalto, al técnico de vialidad que al tener funcionando los semáforos evito que tuviese un fatal accidente que hubiese truncado la hazaña, al conglomerado farmacéutico que producirá y distribuirá la vacuna, a la enfermera que aplicara las dosis a los pacientes que así no enfermaran, al que fabricó las jeringas, al paciente granjero que cría los conejillos para el laboratorio, el sacrificado animal que servirá para las pruebas, a quien debo de premiar y en qué proporción.

La respuesta nos dirá que tipo de civilización tenemos.

Ciertamente que aquella comunidad en la que todos sienten que son razonablemente retribuidos será mucho más solida, más resistente, más feliz, más estable, que aquella en la que sus miembros se sienten utilizados, no tomados en cuenta, dejados atrás. Será una comunidad más rica pues sus miembros alcanzarán altos niveles de productividad.

Probablemente esto explique la decadencia de muchas comunidades. Cuando se premia a los miembros de la cadena productiva en forma desproporcionada o utilizando parámetros erróneos, tendremos individuos que son retribuidos exageradamente, muy por encima de su aportación y que , ante  el exceso de recursos disponibles, se descontrolen y se embarquen en el desenfreno del consumo superfluo. Corren el riesgo de ser atrapados por la espiral interminable de la ambición y se dediquen a acaparar recursos rompiendo el delicado equilibrio de la cadena productiva.

Más de Federico Sáenz Negrete: Dos empresarios…

El sistema de retribución es muy delicado. Cuando el individuo siente que no se le premia de manera razonable, deja de producir y puede dedicarse a sabotear los bienes comunales (votando por un demagogo) y cuando un individuo sabe que gracias a sus habilidades, no muy sustentables, ha acaparado mucho más de lo que “merecía”, pierde mesura y abona a su desequilibrio emocional.

Somos seres que vivimos en una comunidad, resuena en mi consciencia las palabras de mi padre. Es sumamente extraño que el ser humano se desarrolle en soledad.

Por eso no entiendo cuando alguien calla una injusticia, la que sea, cuando está en sus posibilidades hacer algo, por muy poco que sea. El que calla, otorga. Por eso mi padre me enseño que había que levantar la voz e intentar plantear opciones de manera inteligente, que había que atravesarse, en la medida de la prudencia, ante un atropello, ante una descalificación injusta en contra de un ser humano en posición de vulnerabilidad. Hacerse el tonto, es ir en contra de nuestra misma especie, es taladrar los cimientos de lo que nos ha permitido ser lo que somos. Cuando no hacemos lo que esté de nuestra parte para enmendar aunque sea un poco el timón de nuestra enorme nave, ésta no resistirá ninguna tormenta y estará mucho mas propensa a encallar a la primera dificultad.

Cuidarte a ti, pinta una raya para que el mal no llegue a mí. En mi generosidad está mi conveniencia.

Lo describe muy bien Malcom Gladwell  en su libro “Outlayers” (“Fueras de serie”) Roseto es un pueblo en Pennsylvania en donde la gente muere de vieja. No hay cáncer, ni infartos, ni alcoholismo, ni drogadicción,  ni asaltos. ¿Por qué? Lo único que hacen diferente es que todos cuidan de todos, todos se respetan y todos se aprecian, son amigos, viven en comunidad. Que fácil y que imposible.

Dos empresarios...

Por Federico Sáenz Negrete

“Las élites…deben atreverse a hacer cosas que nunca han hecho…No es momento de ser codo si se quiere salvar la democracia”.  Viri Rios

Pienso en dos empresarios, ambos tienen muchísimo dinero, son excelentes personas y les aprecio bastante, son para mí un ejemplo. Los dos están enfrentando de muy distinta manera la turbulencia social que nos está alterando nuestra forma de vida, los dos han asimilado de muy diferente manera  la irrupción del gobierno de AMLO  y su muy publicitada Cuarta Transformación.

El primero de ellos ha replanteado sus estrategias, clausuró su activdad en unos mercados e inició operaciones en otros,  modificó  varias de sus líneas y  reestructuró sus finanzas. Atemperó  sus objetivos de utilidades, y diseñó un plan de reinversión bastante ambicioso. Su situación personal es  holgada y por lo pronto  renunció a incrementar su patrimonio personal. Planea fortalecer  su empresa en este nuevo entorno de mucho mayores exigencias sociales.

El segundo  de ellos  ha entrado en pánico, suspendió inversiones y canceló sus planes de expansión. En reuniones con sus colaboradores les ha transmitido su miedo a que la economía sea estatizada de nuevo como ocurrió en los setentas y ochentas. Teme que el gobierno de izquierda de AMLO los deje fuera de la jugada. Piensa que la economía va a colapsar y que el Estado de Derecho caerá  víctima del machetazo ideológico que preparan los radicales.  Opina que hay que gritar en noticieros, redes sociales y en cualquier medio denunciando que el Presidente es un inepto y que está destrozando la economía.

El primero acaba de tener una reunión muy importante con todos sus colaboradores. Primero se reunió con los directivos, luego, acompañado de los directivos, con los gerentes y supervisores y por último, acompañado de directivos, gerentes y supervisores con todos los miembros de la línea de producción.  Su estrategia ha sido la de escuchar a la gente, de recabar la impresión que tiene cada uno, desde el más humilde hasta el más encumbrado, desde el que cuenta con mayor antigüedad laboral hasta el recién ingresado. Su propuesta ha sido la de aportar datos  concretos, la de poner cierto orden y transmitir un mensaje de esperanza. “Claro que si se puede, hemos podido y lo volveremos a hacer “ expresa en sus juntas.  En su empresa reina una atmósfera de cautela, la situación es sumamente complicada pero se va a enfrentar y hay confianza y recursos para salir adelante.

El segundo ya hace planes de retirar todo su capital y ponerlo a buen recaudo en el extranjero. Ha diseñado una estrategia límite para indemnizar al total de la plantilla o para declarar la empresa en quiebra llegado el momento. Ha evaluado los costos de perder los activos y de enterrar a la empresa. “Así no se puede” expresó contundente en la última junta con sus socios.

Más de Federico Sáenz Negrete: Vida a pesar de la pandemia

El primero, ha leído en la historia que los gobernantes se pueden clasificar por su ubicación según la ley del péndulo, el que toca la izquierda, anuncia que vendrá un moderado después, y así va la narrativa. Ya está explorando nuevos mercados que quedaran huérfanos por las empresas que cierren ya sea por insolvencia o por decisión de sus dueños.

Son dos maneras de enfrentar la realidad.

He indagado en sus biografías y he descubierto asuntos que ignoraba. El primero, creó su empresa de la nada, inició como agente de ventas tocando puertas. Poco a poco fue agrupando a vendedores que fueron ganando mercado junto con él. Luego compro maquinaria en un remate de saldos industriales  y se puso a fabricar lo que vendía.  Poco a poco, concentrado en el mercado y sus vaivenes, construyo un verdadero emporio que no depende de nadie mas que de su propio esfuerzo.

El segundo heredó la empresa por parte de su familia,  una familia muy honorable que ha sabido mantener su fortuna a través de varias generaciones. Descubrí algo  que me sorprendió,  la división del negocio que maneja mi conocido depende mucho de las compras de gobierno, de hecho, es un proveedor del Gobierno Federal.  Ante el cambio de “régimen”, ha quedado fuera de la jugada e incluso hay rumores, están en proceso varias investigaciones, que en el pasado le otorgaron muchísimos contratos “fuera de norma”.

Supuestamente facturó con precios inflados y su empresa logró sobrevivir gracias a los jugosos contratos que le asignaron sus amigos. Tiene tiempo que no le reinvierte las utilidades, no ha renovado la maquinaria, ha descuidado sus instalaciones  y ya perdió mucha penetración en su mercado. Últimamente ha optado por subcontratar a empresarios independientes de menor tamaño que son los que cargan con el trabajo mientras que mi conocido es el que, gracias a sus contactos, parte el pastel.

Uno no pierde el tiempo rasgándose las vestiduras señalando a diestra y siniestra que tenemos un mal gobierno, mejor se concentra en entender la realidad y actuar en consecuencia. El otro, todo el día se lamenta de la mala suerte que tuvimos los mexicanos, no le da entrada al argumento de que el peor Presidente del mundo, es el Presidente mejor evaluado del mundo.

Ante un escenario extremo en el que la propiedad privada se vea amenazada, el primero ha sopesado transferir acciones a sus empleados y colaboradores, hacerlos socios para que sean ellos y ellas los que enfrenten la perdida de libertades al defender “su” negocio.

El segundo está planeando rematarlo todo y transferir al extranjero su patrimonio.
Uno va a dar aquí la batalla, el otro, llevará a cabo una “graciosa” huida.

En realidad no conozco a estos dos empresarios, los he imaginado.
Lo que si me queda claro es que a un empresario se le conoce por sus hechos, no por su retórica.

Por sus comentarios, por su actitud….los conoceréis.

* El punto de vista del autor no necesariamente refleja la postura de esta casa editorial, Red es Poder es un foro de voz libre y así será siempre.

Resurrección

Texto vía El Pensador Amateur

No se si fue un ataque de no se quién en contra de alguien que ignoro, o si esta pandemia que nos ha puesto de rodillas a todos, fue acaso un brote perverso fruto de prácticas artificiales o un suceso normal consecuencia de inevitables sentencias naturales, no lo sé.

Lo que si sé, es que le he perdido el miedo al silencio, a la inactividad. He superado la inclemente dictadura del horario, el terror a traer la cartera vacía, a no pagar las cuentas, a postergar los compromisos, a "perder el tiempo".

Sentado encima del día, con el reloj hecho a un lado, he aprendido a valorar lo sencillo, lo cotidiano, lo que deja huella, lo que se recuerda, lo que perdura. Respirar el aire fresco y sin dificultad, escuchar a esos seres maravillosos que gorgorean oraciones espléndidas envueltas en el viento transparente y cálido de la alegría, jugar al ajedrez, beber cerveza, cocinar al fuego, escuchar la mirada de mi mujer, el trabajo de mi hijo, el mensaje de mi familia, la llamada de mis amigos.

Observar como el viento cálido mueve las hojas del árbol provocando una sinfonía acompasada de sombras en el jardín y en mi memoria, borrando tanta y tan superflua información.

Te puede interesar: Si me encierran…

De pronto, he tenido que modificar mis estados financieros. Las deudas ya no pesan tanto, los proyectos ya no son tan urgentes, la salud se ha revalorado, el esfuerzo ya es un activo valioso, la voluntad, la actitud y el empeño, también.

Sorprendido, festejo el bienestar ajeno, la sonrisa en el otro, su alegría me alegra.

Resulta que el mentado bicho ha roto el caparazón que nos aislaba y nos programaba como máquinas.

Esta derrota, nos ha fortalecido y nos ha mostrado el horizonte, es infinito.

¿Con quién estoy hablando?

Texto vía El Pensador Amateur

Como si no me hubiese escuchado, la persona con la que intento establecer una conversación me contesta con argumentos prefabricados, aprendidos, repetidos hasta el cansancio por comentaristas e interlocutores de los poderosos. Como si un esfuerzo de mercadotecnia se apoderara de la mentalidad de las personas y les impidiese discernir entre lo propio, reflexionado a consciencia, y lo externo que se nos pega en la memoria tan solo por transitar nuestras calles y recibir tan abrumador bombardeo de mensajes.

Los políticos, esa es su chamba, adoptan causas y las repiten hasta el cansancio. Investigan que temas puede recibir bien un segmento lo suficientemente grande del mercado electoral y se lanzan a encabezar un movimiento que aún no existe. Son aspirantes a líderes que dan un salto al vacío con el plan de crear una realidad lo más virtual posible pero que les favorezca por completo, un mundo en el que puedan desempeñarse como imprescindibles. Desestiman el pensamiento y los logros de sus contrincantes haciendo a un lado una verdad de vida, todos cabemos en este mundo, existe un sitio para cada quien y es posible convivir perfectamente con nuestros semejantes aún y si no coincidimos en nuestras posturas estéticas, políticas, educativas, culturales o sociales. Por eso los políticos siempre buscan dividirnos para poder sacar mejor “partido” opacando nuestra natural tendencia a aceptarnos tal y como somos.

Es fácil detectar cuando la persona con la que conversas está en modo “repetidora” de mensajes. No duda, repite el argumento casi con la misma entonación y secuencia. Responde a veces igual a preguntas diferentes y si le cambias el encuadre, se pierde buscando referencias. Una persona que busca comunicarse trastabillea, hace pausas, reflexiona, duda, corrige, busca aprender del momento, disfruta de tus argumentos cuando estos están bien articulados, se entusiasma cuando le compartes algo que desconocía, se alegra, crece como persona. El que está en modo “repetidora” se asusta cuando lo zarandeas, se ofende con facilidad, se pone tenso si le planteas datos con sensatez. La comunicación es un acto de comunión entre dos personas abiertas al dialogo y que tienen un contenido interesante que intercambiar, no es el encuentro entre dos gladiadores ciegos y sordos que intentan imponer una idea.

Lectura recomendada: Los semáforos…

De tanto leer libros de historia me he dado cuenta que pasa lo mismo en la arena del tiempo. Hay corrientes que buscan imponer una visión que no se sostiene cuando buscas en diversas fuentes, cuando tienes acceso a autores que vuelven a los documentos originales y reflexionan otra vez sobre lo que ya otros nos habían empaquetado como verdad única.  Nos tragamos visiones históricas que en algún momento un poderoso diseñó para aumentar sus negocios y que ofenden nuestra dignidad de seres humanos. Hay una lucha despiadada por reinventar el pasado para acomodarlo a los planes presentes que intentan apoderarse del futuro. Me tranquiliza saber que es sencillo descubrir el esquema, son versiones maniqueas, todo es bueno de este lado, malo del otro, no hay matices. Los personajes están desposeídos de su riqueza y contradicciones y se nos presentan como ángeles impolutos. Los hechos , todos, se acomodan perfectamente a la narrativa del poder, a los argumentos que convienen a los grandes negocios.

Cuando las personas se enteran de su verdadera historia, retoman su autoestima, entienden su sitio en el contexto que les toca vivir, aprecian más su entorno, conviven mejor con sus semejantes. Una historia bien contada está llena de paradojas, de contradicciones, de sutilezas, de vacíos
inexplicables y se parece mucho a la historia de otros pueblos, no son tan grandes las diferencias entre nosotros. La historia bien contada rescata la voz de la mayoría, no solo el mensaje de los poderosos, de los gobernantes, de las élites. Descubrimos que la vida transcurre de manera más pacífica y placentera de lo que nos quieren anunciar.

Las personas no quieren contaminar, no buscan acaparar el poder, no intentan explotar a sus semejantes, no les gusta pasar por encima de sus vecinos. Solo los que buscan satisfacer su
ambición desmedida, están dispuestos a entregarse a la imparable vorágine de la acumulación de todo para terminar sus días abandonados en el solitario espacio de la nada.

Vivimos tiempos interesantes, políticos en todo el mundo están intentando cambiar la narrativa, algo traman. Como individuos, tenemos que concentrarnos en nuestra vida, en nuestras relaciones y vacunarnos contra ese virus, muy viral, del pensamiento único.

Que las repetidoras descarguen su discurso, nosotros, a vivir la vida.