El sexenio de Enrique Peña Nieto se caracterizó, entre otros muchos elementos, por haber sido un periodo trágico para las plumas críticas en México. Sólo de 2012 a 2018, 65 periodistas, producto de su labor reporteril, fueron asesinados.
Reporteras en Guardia, un colectivo de mujeres periodistas de distintas partes del país, emprendió el proyecto "Matar a nadie", que tiene como objetivo visibilizar la situación de vulnerabilidad que viven los profesionales de la información en México.
El trabajo de investigación que realizaron cada una de las mujeres que participaron en el proyecto se enfocó en construir un memorial de periodistas de México que fueron asesinados del año 2000 hasta la fecha.
Actualmente, en la plataforma que ya está en línea, han publicado 35 historias de reporteros que perdieron la vida en diferentes zonas del país.
De Coahuila se relataron dos asesinatos que cimbraron a todo el medio noticioso. El primero de ellos fue la desaparición de Valentín Valdés Espinosa quien, un día antes de su boda, el 8 de enero de 2010, murió producto de cinco disparos.
El texto que fue firmado por Magda Guardiola, relató que Valentín, quien trabajaba para el periódico Zócalo de Saltillo, publicó la nota principal sin firma del 7 de enero de 2010 con el título “Capturan a sicarios en el Motel Marbella de Saltillo”. Esa misma noche, Valentín, junto con otros dos colegas, fue interceptado mientras viajaban en un automóvil. Los sicarios preguntaron por Valentín Valdés y, después de torturar a los otros dos compañeros, los dejaron ir para llevarse al autor de la nota al mismo Motel que fue el escenario de su primera plana. Alrededor de la una de la mañana cinco impactos de bala, y después de haber pasado por un proceso de tortura, fueron suficientes para silenciar su pluma.
El otro caso fue autoría de Talía Romero, quien relató la historia de Eliseo Barrón Hernández, un reportero del diario Express que apareció muerto y con huellas de tortura en un canal de riego de la ciudad de Torreón, Coahuila. Barrón fue secuestrado y asesinado en el año 2009. Él era reportero de nota policíaca y se presume que su asesinato pudo haber sido motivado a partir de que consiguió una "lista de los 302 policías que el alcalde de Torreón, José Ángel Pérez, había dado de baja por pérdida de confianza debido a su vinculación con grupos criminales."
También está el caso de Luis Carlos Santiago Orozco, fotoperiodista de El Diario de Juárez, que fue baleado desde un automóvil en movimiento el 16 de septiembre de 2010. Rocío Gallegos, reportera que se encargó de relatar la historia, confirmó, además, que el homicidio, ocho años después, sigue impune. La carpeta de investigación continúa abierta, pero no existen avances sobre quiénes fueron los responsables y por qué lo mataron.
Historias como las anteriormente citadas, forman parte de un memorial que pone sobre la mesa de discusión el clima de vulnerabilidad y de eterno riesgo que vive un periodista en todo el país.
El memorial lo pueden consultar aquí.