"Esa base de datos tuvo dos intenciones: una, abonar al panorama de la violencia contra mujeres en la Comarca Lagunera, y dos, contabilizar el número de asesinatos de mujeres por razón de género para contrastar esa información con los datos oficiales de las instituciones públicas de procuración y administración de justicia".
Sobre el pavimento le sangra su nuca. La madre toma la cabeza de su hija, ignorante de la maldad del hombre, y su mano se llena de sangre. Al resquicio de conciencia que carga en brazos pregunta qué tiene, pero esos ojos se cierran con lentitud.
Mamá la carga hasta el pórtico donde alguna vez jugó con ella cuando era pequeña y la acuesta bajo el semblante preocupado de la Virgen María: la cuidadora por excelencia divina. La madre sigue la respiración de su hija en lo que arriban paramédicos y le dan segundos de tranquilidad.
“Fue él”, piensa. Y ése mismo aparece, con su cara de arrepentimiento el yerno se manifiesta frente a la suegra, a quien pronto le deberá una vida.
Ese hombre se quiere limpiar las manos, pero no puede. La madre de su esposa lo mira con una simiente de odio, mientras él jura que se arrepiente.
Cristela Soto vio cómo su hija, Daisy Viridiana Martínez Soto, perdió la consciencia el 16 de julio del 2016 en una banqueta de la colonia Nogales de la ciudad de Torreón, Coahuila.
La joven de 21 años dejaría la vida días después en el Hospital General del municipio.
Cinco años adelante de lo sucedido, Cristela todavía recibe visitas de su hija, es una mariposa negra con adornos blancos que viene y la saluda, se posa sobre lugares donde Daisy solía acomodarse y escucha a la madre, muy atenta, aletea de vez en cuando como si contestara.
Y es que puede que esté preocupada, porque quien hoy es víctima de feminicidio tiene un pequeño hijo, ahora al cuidado de su abuela y tías.
En la comunidad lagunera, la violencia contra las mujeres no se detiene; según la base de datos recolectada para esta investigación, entre 2018, 2019 y el primer trimestre de 2020, a más de cuarenta y seis víctimas les han quitado la vida a causa de su género en esta región.
Además, diariamente la violencia contra mujeres rellena las notas rojas de la prensa, hombres dispuestos a vulnerar derechos humanos sin miedo a las consecuencias se acumulan mes con mes.
En este trabajo periodístico, hecho en colaboración con el Instituto de Formación, Investigación y Consultoría de Género y Derechos Humanos (INCIDE femme), se acudió a la hemeroteca de la Biblioteca Pública de Torreón José García Letona para contabilizar uno por uno los casos de feminicidios y de violencia feminicida en la zona lagunera.
La recolección se hizo con el fin de aclarar el panorama de violencia contra mujeres en la Laguna y así abonar a su erradicación en esta región del norte de México.
“La regué”: Omar luego de asesinar a su esposa
Al niño de 8 años no se le olvida el día que su madre fue asesinada en un autobús de transporte de personal SEUAC, donde trabajaba su papá.
“Se quiere quitar el nombre. De verdad, no es capricho mío, se quiere quitar Omar”, declara su abuela, quien ha tomado al pequeño como su propio hijo.
Cuando Daisy Viridiana fue víctima de feminicidio, su niño tenía cuatro años. Según relata Cristela Soto -su madre-, la seguridad de él y la propia era la razón por la cual había decidido alejarse de Omar, el padre, quien llevaba ya un tiempo con conductas violentas.
De hecho, con su esposa e hijo viviendo con su madre, Omar frecuentaba la casa de su suegra para rogarle a su pareja que volviera.
“Semanas antes del incidente, ella estaba conmigo, en casa. Él la había golpeado y se había venido para acá. Ese día, Omar vino a buscarla y estaba en la ventana, le decía: perdóname, perdóname. Cuando ella no contestaba, él insistía: '¡Hijo! ¡Hijo!'. O sea, la chantajeaba con el niño: '¡Hijo! ¡Hijo!', le decía: 'Es que tu mamá ya no me quiere, tu mamá ya no me quiere; tu mamá ya me corrió'. La chantajeaba, le decía que le iba a quitar al pequeño”, relata la madre de Daisy.
Este comportamiento no es ajeno para la psicóloga Valeria Sánchez, quien fue entrevistada para esta investigación.
“Cuando están saliendo de esa dinámica de control y de abuso de poder a esa persona acostumbrada a tener el control, a ese hombre al que le dijeron que era el jefe de jefes, pues entra en pánico”, explica Valeria.
“Los agresores entran en pánico y como hay una construcción social que les enseñó a expresar sus emociones de manera violenta o agresiva, pues entonces están en mayor riesgo”.
Valeria Sánchez trabaja actualmente en el Hospital General de Torreón, incluso reconoce que sabe del caso de Daisy, y además de psicóloga es maestra en psicología clínica y psicoterapia.
La psicóloga es especialista en la violencia contra mujeres, sus dieciséis años de carrera en el tema la respaldan.
Ella fue consultada con el propósito de dar claridad al fenómeno que lleva a un hombre a quitar una vida.
“Pues entra en caos. Es precisamente lo que sucede con los feminicidas, entran en este pánico porque están perdiendo aquello que le dijeron que era de su propiedad, entonces ‘antes que verte con alguien más, pues te prefiero muerta’”, dice la experta, su trabajo le mantiene en constante cercanía con casos similares, cuenta que este año están tratando con entre veinte y sesenta mujeres en situación de violencia por mes.
Días previos a su asesinato, Daisy recibió la visita de Omar en casa de su mamá porque el padre decía que quería ver al hijo que tuvieron juntos. No obstante, su presencia causó una disputa que finalmente se resolvió con el apoyo de la familia de la madre de veintiún años.
El dieciseis de julio de 2016, Omar vuelve al hogar de su suegra luego de comunicarse con Daisy. Al llegar, el hombre está alcoholizado y la pareja comienza a discutir.
"A mi hija no le gustaba discutir en frente de nosotros. Por eso me dijo 'ya nos vamos, mamá', mañana venimos", y se subieron al transporte que manejaba Omar.
En ese momento, Omar y Daisy estaban dentro de un ciclo que Valeria llama círculo de la violencia, muy común en este tema.
El círculo consta de tres elementos: tensión, violencia y luna de miel. Primero, existe la presencia de violencia psicológica, donde el agresor se comporta irritable, intolerante y frustrado. Suele humillar y responsabilizar a su pareja por su estado de ánimo. Segundo, hay un estallido de violencia, “como un globo que se infla y explota”, explica la psicóloga; enseguida de la agresión, hay disculpas y arrepentimiento.
Normalmente el agresor demuestra la culpa por lo hecho, incluso puede curar las heridas que provocó él mismo. De ahí da paso a la luna de miel, un periodo de reconciliación, regalos, cariños, etcétera. Tiempo después el ciclo comienza de nuevo.
Lo que pretendía Daisy Viridiana era salir del círculo de violencia en el que estaba, consciente o inconscientemente. Se había decidido por dejar a su maltratador. Es entonces donde apareció el caos del que hablaba Valeria en la mente del agresor.
Daisy, hija, madre, hermana y, sobre todo, mujer, fue asesinada sobre el camión blanco en el que trabajaba su esposo; su hijo de cuatro años estaba presente y también un perrito que cargaba el pequeño de nombre Chase.
Sobre el vehículo, Omar la violentó hasta causarle un daño irreparable a su cuerpo. Luego del ataque, la regresó a casa de su suegra y la depositó en la banqueta.
José Roberto decía que la iba a apuñalar
Ese mismo ciclo lo vivió la hija de Rosa María Rocha González, Danna Milagros, asesinada por José Roberto García Estrada el 11 de octubre del 2015.
En este caso, José Roberto le advirtió a Rosa María que la iba a asesinar a puñaladas, una vez que se enteró que planeaba separarse de él.
“Mi hija iba a meter denuncia para empezar un proceso en contra de su esposo, para divorciarse. Desde ahí comenzó el trámite no adecuadamente, como debió haber sido. A ella le hacen dar vueltas y vueltas, le dicen que el proceso va a ser largo, entonces ella pide una restricción para que él se salga de la casa”, cuenta Rocha González, la madre, quien conoce puntualmente los momentos que pusieron en vulnerabilidad a su hija.
“Ella a mí me platico que ya vivía con el temor de que le llegara a hacer algo, incluso me decía que se dormía con los niños ya con el cuarto cerrado”, dice Rosa María.
Y es que la madre de Danna no vivía en México para ese tiempo. Ella residía en Estados Unidos, con su pareja y sus hijos varones.
José Roberto asesinó a su esposa en la cocina, fueron tantas puñaladas que su hija pequeña, presente en el delito, tuvo que retirar el cuchillo de la mano de su padre. Así lo relata la mujer que hoy, como Cristela, cuida amorosamente de su nieto y su nieta, víctimas colaterales del feminicidio.
Enterradas dos veces
Luego del asesinato de su hija, Cristela Soto tuvo que enfrentarse a otro problema, la búsqueda de justicia.
“Cecilia Hernández, así se llamaba la mujer del ministerio público que comenzó el proceso de mi hija. Cecilia Hernández Flores, me parece. Ella se rehusó a detener a Omar. ‘Para qué lo quieren en la cárcel, pobre muchacho’, me dijo. Luego me tocó Germán Luna, porque con Cecilia me agarré a discutir y me la cambiaron, a ella la llevaron a la Colón.
“Germán Luna sí hizo su trabajo, poco, pero hizo. A él yo le dije: ‘dígame si puede o no para irme más arriba’. Luna fue e hizo las averiguaciones en forma, revisó el camión e hizo la reconstrucción de los hechos. Después, cuando tenía todo en su expediente, dice que ya no tenía nada más que hacer, que con eso nos íbamos a ir al juicio”, cuenta para Red es Poder la madre de Daisy Viridiana, mujer víctima de feminicidio.
Cristela aseguró que el segundo ministerio público, puesto a su disposición, hizo un trabajo incompleto y así quería presentar el caso, a lo que la señora Soto se negó: “ese expediente está mal hecho”, reclamó, “si yo que no soy licenciada ni abogada, sé que ese expediente no sirve, imagínese”.
Las autoridades son acusadas de negligencia en muchos casos donde la justicia se ve obstaculizada por el ejercicio de servidores públicos apáticos o indiferentes.
Esa misma negligencia se puede observar en la clasificación de los casos.
Rosa María también declara haber hecho muchas diligencias para recibir atención de parte de las instancias de impartición de justicia. No obstante, una vez que logró que atendieran su caso y buscaran a José Roberto, el asesino fue puesto en custodia luego de una breve persecución y llevado a juicio. Finalmente le darían tres décadas de prisión.
“Lo sentenciaron a 30 años, pero es muy poco porque no me tomaron el caso como feminicidio, lo tomaron como uxoricidio, con la letra ‘u’, le disminuyeron muchos años. Si desde el principio lo hubieran catalogado como el feminicidio que es, le hubieran dado más sentencia”, asegura Rosa María.
El caso de la madre de Danna Milagros no es el único. De acuerdo a la investigación realizada para este reportaje, el número oficial que manejan las fiscalías referentes a la Comarca Lagunera está significativamente más abajo que la cifra real, a la cual se aproxima este trabajo.
En el transcurso del mes de agosto, INCIDE femme y Red es Poder se dedicaron a construir una base de datos por medio de la recopilación de notas informativas pertenecientes al medio de comunicación Siglo de Torreón, en su versión impresa.
Las notas que se buscaron fueron del año 2018, del 2019 y el primer trimestre del 2020. Específicamente, se consideraron casos de violencia feminicida y feminicidios.
Esa base de datos tuvo dos intenciones: una, abonar al panorama de la violencia contra mujeres en la Comarca Lagunera, y dos, contabilizar el número de asesinatos de mujeres por razón de género para contrastar esa información con los datos oficiales de las instituciones públicas de procuración y administración de justicia.
Por medio de preguntas de transparencia a las fiscalías de Coahuila y Durango, sabemos que el número de feminicidios en la Comarca Lagunera en 2018, 2019 y el primer trimestre del 2020 fueron 31.
No obstante, los cálculos tomados mediante las notas informativas de ese período son los siguientes: 6 en Lerdo, 11 en Gómez, 21 en Torreón, 1 en San Pedro, 1 Fco. I Madero, 4 Matamoros, 1 Viesca, 1 Mapimí.
46 feminicidios en total y la cifra podría crecer más, ya que existen casos cuyas notas informativas no fueron cubiertas o publicadas por el medio de información, tampoco puede descartarse la posibilidad de omisión al no incluirse de forma accidental durante el registro manual para esta investigación.
Estas posibilidades pueden ejemplificarse en el conteo del municipio de Matamoros, donde el registro de este trabajo muestra 4 feminicidios, mientras que el de la Fiscalía de Coahuila marca 6 en su base de datos.
Esta discordancia en el número oficial tiene que ver con la clasificación de los datos por parte de las autoridades, quienes usualmente clasifican a los asesinatos de mujeres como “homicidios dolosos”, para presuntamente maquillar la cifra de “feminicidios”.
Debido a la opacidad de los datos que fueron presentados por parte de las fiscalías, principalmente de Durango, parecería imposible discernir si cada homicidio doloso debería corresponder o no al clasificado de feminicidio. No obstante, algunos de los casos que marca la estadística oficial sí han podido ser puestos en contexto gracias al trabajo de investigación.
Como ejemplo, aquí debajo se muestran seis casos clasificados como homicidios dolosos de mujeres, en vez de feminicidios:
(Para consultar qué es un feminicidio y cuáles son las circunstancias en las que se clasifica un feminicidio puede visitar el Manual de llenado del documento Registro, Clasificación y Reporte de los Delitos y las Víctimas de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana CNSP/38/15 y el Código Penal del estado de Coahuila publicado el veintisiete de octubre de 2017, artículo 188)
El último caso, el de Margarita y Fernanda, también aparece en la tabla de la Fiscalía en el apartado de feminicidios, no obstante, lo cuentan como uno solo cuando realmente hubo dos víctimas.
Ese mismo manejo de la información sucede con los feminicidios de Cecilia, Dora y Araceli, trabajadoras del IMSS en Torreón que fueron asesinadas en la colonia Compresora de ese municipio el 7 de mayo del 2020, la estadística oficial recupera solamente un caso, cuando fueron tres mujeres a las que les quitaron la vida por su género. Esto sucede porque las autoridades hacen la clasificación por carpeta de investigación y, como en el caso de las tres víctimas del IMSS, en una sola incluyen los tres feminicidios.
En ese sentido, si se toma la tabla de los primeros 100 municipios con presuntos delitos de feminicidio para el año 2020 del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), donde Torreón aparece en el lugar número 31 con 4 presuntos feminicidios, se hace evidente la alteración de la realidad en el panorama de los feminicidios a nivel nacional, ya que de agregarse dos más por el triple feminicidio y otro por el de la abuela y su nieta, la cifra subiría a 7, por lo que una de las ciudades más importantes del estado de Coahuila rozaría los primeros 12 municipios en todo el país con mayor número de mujeres asesinadas por razón de género.
A su vez, los indicadores nacionales también serían más altos, porque actualmente están clasificados por carpeta de investigación, no por víctimas.
“Importantísimo es estar sensibilizado, empezar a hacer las investigaciones con perspectiva de género, utilizar esta herramienta analítica. Ahorita ese es nuestro objetivo, empezar a introducir la perspectiva de género en el sistema judicial porque finalmente esos hombres y mujeres fueron criados desde ahí”, recomienda la especialista en psicología Valeria Sánchez.
Encuentre los datos recopilados y la información perteneciente a las fiscalías de Coahuila y Durango en estos enlaces:
BASE DE DATOS RECOPILACIÓN DE NOTAS INFORMATIVAS
DATOS DE FEMINICIDIOS FISCALÍA COAHUILA
DATOS DE FEMINCIDIOS FISCALÍA DURANGO
DATOS HOMICIDIOS DOLOSOS FISCALÍA COAHUILA
DATOS HOMICIDIOS DOLOSOS FISCALÍA DURANGO
La violencia contra la mujer no cesa
De acuerdo a datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), la violencia contra las mujeres va en aumento en todo el país.
El informe de incidencia delictiva actualizado el septiembre pasado, muestra un deliberado incremento en las llamadas de emergencia relacionadas con incidentes en contra de la mujer. Tanto, que en cuatro años ha aumentado casi siete veces más, de 3 mil 898 en enero de 2016 a 26 mil 171 en marzo del 2020.
En este mismo documento oficial, Coahuila surge como el sexto estado de la República con mayor número de incidentes, cuenta 7 mil 830 este año.
Considerando el número de casos por cada 100 mil mujeres en Coahuila, este estado aparece como el tercer lugar, con una tasa de 485.3 mujeres por cada cien mil; justo debajo de la Ciudad de México con 631.1 y de Chihuahua, el estado más preocupante de la república, donde mil 985.1 mujeres por cada cien mil han llamado a emergencias por un incidente contra su vida.
Además de estos datos, este trabajo también levantó información sobre violencia feminicida, definida como: “la forma extrema de violencia de género contra las mujeres producto de la violación de sus derechos humanos, en los ámbitos público y privado, conformada por el conjunto de conductas que conllevan misoginia, impunidad, tolerancia social y del Estado y que pueden culminar con el homicidio y otras formas de muerte violenta de las mujeres” (Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, 2007).
Las cifras compiladas son las siguientes:
Destaca el día más frecuente: el domingo, fin de semana usualmente familiar, donde las y los habitantes están en casa porque no hay trabajo ni escuela.
También se puede interpretar que hay más mujeres viviendo agresiones en día cotidianos, de entre semana como lo son lunes, martes y miércoles, que en sábado y viernes, días con menos casos de violencia según los datos.
De acuerdo a esta información, podemos inferir que la mujer víctima de atentados contra su vida usualmente es joven, entre 21 y 40 años; a ella, es más posible que la vayan a atacar con golpes o cuchillazos un domingo por la tarde o noche por un sujeto también de entre 21 y 40 años, comúnmente su esposo o pareja.
Violencia contra mujeres: una responsabilidad civil
Por su semblante, su voz y su presencia, Cristela Soto muestra ser una mujer recia, sin miedo a decir lo que piensa; por eso su búsqueda de justicia ha resonado por todo el país tanto como Rosa María Rocha González, quien da la impresión de ser bizarra y fiel a sus principios.
Ambas han puesto a las instituciones a trabajar y han logrado que el sistema judicial logre resultados y vea que los feminicidas responsables de la ausencia de sus hijas se enfrenten con la ley mexicana. No obstante, no siempre estuvieron solas en este camino.
Ariadne Lamont Martínez es una de las activistas en la Comarca Lagunera que asiste a mujeres como Rosa María y Cristela, víctimas del sistema burocrático y de la negligencia de las autoridades judiciales.
Ella es una mujer con 25 años de experiencia en el activismo feminista y por ello fue entrevistada para este reportaje.
“No se puede decir que sólo sea responsabilidad del gobierno o solamente responsabilidad de la mamá que hizo a ese hombre agresivo, violento, machista. En términos generales es toda la sociedad, cada familia, el sistema educativo que no ha tomado ese problema por los cuernos para verlo tal como es y para ir añadiendo cosas”, explica Ariadne.
Asegura que organizarse como sociedad y responder ante las injusticias en torno a los derechos humanos es fundamental para crear cambios. Refiere que el feminismo es justo ese movimiento.
“Si quitas el feminismo de esta sociedad civil organizada, te quedas sin Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, te quedas sin el procedimiento de la Alerta de Género, te quedas sin la Unidad Especializada en la investigación de feminicidio”, determina la activista, y continúa: “Las mujeres solidarias, gritando, maquilladas, aventando diamantina, eso me parece genial porque es importante para medir la fuerza que va tomando el feminismo, porque esas mujeres salen a la calle porque quieren, nadie les dio lonche, nadie les pagó refresco, nadie las amenazó, salen porque quieren y porque quieren manifestar algo y salen mujeres de todas las edades, pero la fuerza imparable es de las muy jóvenes”.
Respecto al nuevo movimiento que se está generando, existe solo una crítica:
“Hagan realidad eso en la cotidianidad, que en la vida diaria cuando una mujer fue violada, golpeada; acosada en su trabajo, en su escuela y va a poner su denuncia, va sola, ahí no hay manada que grite ‘no estás sola, no estás sola, si tocan a una respondemos todas’, ahí es cuando tenemos que hacer fuerte a la víctima.
“Para una mujer no es sencillo denunciar, aunque sea su derecho", explica Lamont Martínez, "El cariño por su pareja, muchas veces padre de sus hijos e hijas, el miedo a estar solas y la presión económica -entre otros factores- les obstaculiza para ejercer su derecho a la denuncia.
“Al no denunciar, ¿qué ocurre?, le están haciendo un favor al agresor porque no le crean antecedentes penales. Es mejor que la autoridad sepa que ese hombre es un maltratador que comete violencia física, violencia psicológica, violencia verbal, violencia sexual; si no van y lo denuncian, las instancias de gobierno son ciegas a eso porque no están informadas”.
Si bien la fortaleza feminista está y en un futuro podría lograr cambios sustanciales en las maneras cómo nos relacionamos entre hombres y mujeres, no es sólo responsabilidad de ellas, los hombres como miembros de la sociedad tienen sus propios deberes civiles para eliminar actos de violencia contra mujeres.
Ariadne Lamont lo pone así: “A los hombres les diría que son parte, no son el enemigo, son parte. Fueron socializados de una manera muy injusta, fueron socializados para que aprendieran a que no podían ser hombres sin ser violentos, que no podían ser hombres sin odiar a las mujeres, que no podían ser hombres sin creer que las mujeres son objetos que las pueden utilizar, usar y desechar. (...) Esas enseñanzas que las rompan, que las destruyan, que las desmonten, que aprendan otras cosas, porque hay otras formas de aprender a ser hombre”.