Torreón siempre puede. El eslogan de la administración pública municipal, encabezada por Román Alberto Cepeda, trata de convencer a la ciudadanía que se está trabajando de manera diferente para llevar a la ciudad a otro nivel de desarrollo económico y social.
En las últimas semanas, las altas temperaturas en el municipio han saturado las redes eléctricas, pauperizado el suministro de agua y golpeado la salud de las personas. En Torreón los espacios verdes se están exterminando. La Alameda Zaragoza está más seca que nunca, se están instalando camellones con pasto sintético y bolardos de concreto en la superficie. Están erradicando las islas de frescura por paraísos del calor que, por la presencia de la varilla y el concreto y los automóviles y la dinámica diaria, aumentan la sensación térmica hasta 10 grados más de la temperatura medida a la sombra.
En Torreón prometen que todos tendrán agua, pero cada vez que llega la época de calor los ciudadanos tienen que bañarse a cubetazos, acumular líquido en las madrugadas y estresar las fuentes de abastecimiento con la instalación de bombas succionadoras en los medidores de los domicilios.
Aunque digan que Torreón siempre puede, la realidad es que la ciudad está colapsando porque no está pensada desde una perspectiva que sea amigable con el medio ambiente.
Los récord de temperatura continuarán batiéndose. El alcalde y los funcionarios públicos municipales de puestos directivos seguirán trabajando en sus oficinas, en restaurantes y en espacios climatizados, de tal manera que sigan remarcando la distancia que existe entre lo que ellos viven y lo que sufren los mandantes, es decir, los ciudadanos.
Torreón siempre puede, pero estar peor. El crecimiento desorganizado, la falta de coordinación entre los municipios integrantes de la zona metropolitana, la falta de áreas verdes y de especies nativas de la región, la falta de sombras, el exceso de asfalto, la mala infraestructura vial y el rezago económico y social que padece la ciudad son elementos que no permiten que sus habitantes tengan aspiraciones materiales legítimas y alcanzables.
El clima por demás extremoso está haciendo inhabitable a la ciudad. Las nuevas obras no están pensadas para mitigar la temperatura del suelo. No hay garantías suficientes de abastecimiento de agua y la infraestructura eléctrica, proveída por la CFE, tampoco está librando la demanda de los usuarios.
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Es momento de repensar la ciudad. De creer que se pueden consolidar espacios amigables con el medio ambiente y con la ciudadanía. Construir camellones con pasto sintético no soluciona estéticamente ni ambientalmente los problemas que aquejan a la ciudad.
En Román Alberto Cepeda, alcalde de Torreón, Susana Estens, directora de Medio Ambiente, Juan Adolfo Von Bertrab, director de Obras Públicas, José Antonio Ramírez, director del IMPLAN y de la sociedad civil organizada, está la responsabilidad para cambiar el rumbo y, a través de proyectos bien pensados y planificados, se mejoren las condiciones ambientales de una ciudad profundamente maltratada.