Torreón vive, posiblemente, una de sus peores épocas. Ahora ya no es la inseguridad, ni los decapitados, ni las balaceras en lugares públicos. En este momento Torreón sufre porque, por décadas, ha sido gobernado sin visión, sin claridad y sin estrategia.
En esta ciudad que forma parte de una zona metropolitana interestatal superior al millón de habitantes no hay agua, los empleos son mal pagados, las brechas salariales entre hombres y mujeres son gigantescas, la incidencia de violencia de género y familiar también es de las más elevadas. Las calles están cuarteadas, los robos están a la orden del día y el transporte público es insufrible.
De acuerdo con el IMCO, la Zona Metropolitana de La Laguna es la antepenúltima menos competitiva del país si sólo se toman en cuenta a las que rebasan el millón de habitantes.
Los problemas en La Laguna y particularmente en Torreón son abundantes. Hoy, desde el mes de diciembre del 2020, la ciudad se está comenzado a tapizar de propaganda política. Aunque todavía no inician las campañas, los aspirantes y sus equipos siempre han encontrado la manera y las lagunas legales para anunciarse sin contradecir los estatutos electorales.
En las redes sociales, por su parte, también se ha forjado una férrea batalla. Personajes como Luis Fernando Salazar, Marcelo Torres Cofiño y Román Alberto Cepeda ya empiezan a destacar por la publicidad que están pagando para posicionar su imagen.
Esta editorial tiene una sola intención: hacer entender a quienes nos gobiernan y a quienes nos quieren gobernar que La Laguna y Torreón están muy lastimados. Ya basta de culpar a la Federación o al Gobierno del Estado o a cualquier factor externo.
Existen organizaciones serias que han puesto el dedo sobre la llaga, que han dejado claro cuáles son los principales problemas de la región y que incluso, desde la academia y la investigación, han planteado soluciones.
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Torreón necesita a una persona que no esté cegada de soberbia, que no vea a la ciudad solamente como un motín político. Las excusas son innumerables, pero la realidad es que, en toda su historia, posiblemente nunca se ha gobernado en la ciudad con visiones y enfoques innovadores.
¿Existirá ese perfil? ¿Estará por ahí la persona que verdaderamente esté interesada en mejorar la calidad de vida de las y los laguneros? ¿Son todos malos?
La realidad es que este espacio no tiene ningún interés de promover a nadie, lo que sí es genuino es que, por lo pronto, Torreón está de pie de milagro y así se ha mantenido en las últimas décadas.
