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T.S. Eliot: a cien años del escucha del trueno

Correspondencias | Alfredo Loera | @alfredoloeramx Fear death by water es uno de los versos más memorables de The Waste Land. Más aún, considero que el verdadero centro del poema se encuentra en esa imagen.  Esto viene a cuento porque este mes de octubre el texto cumplió los cien años. A pesar del tiempo transcurrido, […]

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T.S. Eliot: a cien años del escucha del trueno

Correspondencias | Alfredo Loera | @alfredoloeramx Fear death by water es uno de los versos más memorables de The Waste Land. Más aún, considero que el verdadero centro del poema se encuentra en esa imagen.  Esto viene a cuento porque este mes de octubre el texto cumplió los cien años. A pesar del tiempo transcurrido, […]

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Correspondencias | Alfredo Loera | @alfredoloeramx

Fear death by water es uno de los versos más memorables de The Waste Land. Más aún, considero que el verdadero centro del poema se encuentra en esa imagen

Esto viene a cuento porque este mes de octubre el texto cumplió los cien años. A pesar del tiempo transcurrido, su lectura aún evoca una emoción común para nosotros. No es otra cosa que el absurdo de la vida, la fragmentariedad de las experiencias. El caos ordenado es en muchos aspectos la lógica de sus versos. La acumulación anacrónica de citas da la sensación de estar frente a una vieja avenida solitaria repleta de basura después de un carnaval. Ese es el panorama desolador de lo moderno.

El pabellón del río está roto; los últimos dedos de las hojas

se aferran y hunden en la mojada orilla. El viento

cruza la tierra parda, sin ser oído. Las ninfas se han marchado.

Dulce Támesis, corre suavemente, hasta que acabe mi canto.

El río no lleva botellas vacías, papeles de bocadillo,

pañuelos de seda, cajas de cartón, colillas

ni otros testimonios de noche de verano. Las ninfas se han marchado. 

(Traducción: José María Valverde)

Las ninfas se han ido. Nuestra civilización ya no tiene contacto con los dioses. El poeta ya no recibe a la musa. Esa es la nostalgia de su acento. Por ello al poeta no le queda de otra que revisar el pasado, buscar en los versos de los bardos divinos, como Dante, una pequeña luz que pueda orientarnos en la “niebla parda de un mediodía de invierno”. Al carecer de lo divino, entonces el azar es quien gobierna. 

Aquí está el Hombre de los Tres Bastos, y aquí las Ruedas

y aquí el mercader tuerto, y esta carta,

que está en blanco, es algo que lleva él a las espaldas

que me está prohibido ver. No encuentro

al Hombre Ahorcado. Tema la muerte por agua.

Cuando el azar se descubre como la fuerza principal del mundo, entonces se pierde toda trascendencia. Ya no hay un destino, no hay una ruta, una finalidad de las cosas. Toda orientación está en el pasado, pero de ese pasado sólo quedan las ruinas, los ecos. Y al parecer la única manera de relacionarse con él, donde se busca con cierta nostalgia el rumbo del futuro, es mediante las citas, las palabras muertas, de textos antiguos, que quizás también ya son indescifrables. 

The Waste Land es un poema construido de citas, traducidas o no. Y por ello alberga muchas resonancias que en el tiempo moderno remiten a otros significados, a distorsiones. Dante, Shakespeare, Ovidio, Virgilio, poesía hindú, Baudelaire, Hesse, Nerval, la Biblia, entre muchas otras voces menos célebres, son puestas a la orilla del Támesis, para ser vueltas a escuchar, para ver si así la decadencia de la cultura de Occidente posee alguna revelación. 

Pero cuando volvimos, tarde, del jardín de los jacintos,

tus brazos llenos y tu pelo mojado, no podía

hablar y me fallaban los ojos, no estaba ni

vivo ni muerto, ni sabía nada,

mirando en el corazón de la luz, el silencio.

Cada una de las secciones nos va preparando para escuchar ese secreto. Pero el secreto aparece en forma de enigma. No se puede descifrar lo indescifrable. Es una especie de agonía interpretativa, donde los signos tan confiables en épocas anteriores, ahora no nos dan descanso. Las palabras por primera vez no son suficientes. La poesía ya es impotente, porque carece de lo divino.

Entonces habló el trueno

DA

Datta: ¿qué hemos dado?

[…]

DA

Dayadhvam: He oído la llave

[…]

DA

Damyata: La barca respondió

[…]

Y por ello las voces de la ciudad irrumpen “HURRY UP PLEASE IT’S TIME”; desbordan el silencio, la quietud de lo que es necesario escuchar, pero ya no es posible realizar la tarea. El trueno está seco, el trueno es ya estéril:

no hay silencio en las montañas

sino seco trueno estéril sin lluvia

no hay soledad en las montañas

sino hoscas caras rojas que gruñen y miran con desprecio

desde puertas de casas de barro agrietado

The Waste Land es un poema que sigue vigente, porque ya entreveía lo que ahora se ha consolidado: la literatura es una acumulación de citas indescifrables, porque la cultura de Occidente ya no está en comunión con ellas, ya no está iniciada en el rito de las palabras. “El Puente de Londres se cae se cae se cae”. Sin duda es un texto pesimista, como casi toda la poesía de Eliot. Pero por eso mismo es un testimonio de la vida moderna, la cual es un tiempo de incertidumbre y enigma. También desde una perspectiva más personal de T.S. Eliot, es una reacción al sufrimiento de la Primera Guerra Mundial. Desde dicho conflicto, pasando por la Segunda Guerra -y hoy en día quizás vivamos los prolegómenos de la Tercera-, el mundo ha estado en una especie de expectativa por lo indescifrable. Existe la sensación de que quizás estamos viendo lo último del ser humano. Ese es el espíritu de este poema, y por ello la mirada que lo domina busca en el pasado una respuesta, pero el pasado es inconmensurable e ilegible. En todo caso cuando aparece en el presente lo hace distorsionado. Hay algo que es irrecuperable. Se ha pasado cierto umbral, y el poeta, al menos un poeta como Eliot, vuelve la mirada como una especie de Orfeo y lo único que ocurre es que no puede acceder a su deseo.

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Por último, volvamos al verso que dio pie a estos renglones. ¿De dónde provienen esas palabras? Fear death by water. No cabe duda de que son centrales, pues son repetidas a lo largo de las estrofas. Incluso la cuarta sección está titulada “Death by water”.  Según Víctor Strandberg, ese verso hace referencia a quien quizás sería el mejor amigo del poeta, Jean Verdenal, a quien conoció en París unos años antes de iniciar la Guerra. Al parecer él fue unos de los primeros lectores de sus poemas, y quien, en esos años iniciáticos de formación, en donde la mayoría de los poetas dudan en continuar con la poesía, lo conminó a continuar con su escritura. El primero de los libros de Eliot, Prufrock and Other Observations (1917), está dedicado a este amigo parisino. Verdenal murió en la Batalla de los Dardanelos en 1915, como bien lo confirma la dedicatoria mencionada. Para el poeta esta muerte fue muy dolorosa y sabe que solicitó al gobierno información sobre la causa de dicha muerte. Cuando tuvo acceso a un reporte de los caídos en la batalla y encontró el nombre de su amigo en una larga lista, y al costado de éste aparecían las palabras “death by water”. Sin duda en el poema la resonancia poética es mucho mayor que la de un simple reporte, pero es un ejemplo más de cómo un poeta toma las palabras prosaicas del mundo y las convierte en arte.   

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