¿A poco no es cierto que los mexicanos, en general, y los laguneros, en particular, somos muy resilientes? Recordemos que la resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a las situaciones adversas. Algo así como al mal tiempo buena cara y a al mal paso darle Gerber. La contingencia sanitaria por el coronavirus, como todo desastre, desnuda la esencia del ser humano, sacando, en algunos, lo mejor de sus virtudes (empatía, caridad, misericordia, solidaridad), y en otros, lo peor de sus defectos (egoísmo, avaricia, odio, ingratitud).
Depende del color del cristal con que se mire, porque lo que para unos esta crisis representa un problema de extrema gravedad, para otros es una oportunidad de resignación, no en el sentido negativo del ‘ya ni modo’ o ‘ni pedro dijo picapiedra’, sino en el sentido positivo de darle un nuevo significado a la vida, al tiempo, a las relaciones humanas y familiares, en pocas palabras, una revaloración de lo que debe ser prioritario para anteponerlo a lo superfluo.
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Decía Charles Darwin que las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más rápidas ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor a los cambios. Es un hecho que, cuando pase esta crisis sanitaria, el mundo no será el mismo y quienes no lo asimilen ni sean capaces de sincronizarse con las transformaciones sociales, económicas y políticas que vienen con esta dolorosa sacudida a la humanidad, van a quedar rezagados, anquilosados, desplazados y, en no poco casos, aniquilados.
Más que preocuparnos por el futuro, debemos ocuparnos en el presente, desde lo más simple que es seguir las recomendaciones sanitarias, hasta lo más complejo como prepararnos para lo que viene en materia laboral, comunitaria y familiar. Recordemos que tenemos el poder de convertir el dolor y la tragedia en el motor que nos mueva a transformar la debilidad en fortaleza y la crisis en oportunidad, para transformar la desesperación e incertidumbre, en esperanza y fe en un mañana mejor que el presente con la convicción de que saldremos más fortalecidos, gracias al espíritu lagunero y al poder de la resiliencia. ¿A poco no...?