La precariedad salarial hunde a los laguneros. No es cosa menor, los sueldos que se ofrecen en La Laguna no corresponden al nivel de productividad de las grandes empresas de la región.
Para que se promueva la movilidad social, es indispensable que las grandes empresas, las que aportan la mayoría de la riqueza, se vean obligadas a repartir mejor sus ganancias a través de salarios y prestaciones dignas.
La economista Viri Ríos señala que, en México, el grueso de las empresas reparten poco más del 30 por ciento del dinero que generan entre su fuerza laboral, mientras tanto, en prácticamente el resto de los países esta cifra sube hasta el 51 por ciento.
En La Laguna el 52 por ciento de las personas que cuentan con seguridad social ganan menos de dos salarios mínimos diarios. El sector que emplea a más personas es el de servicios, es decir, estamos hablando de trabajos que tienen relación con atención al cliente, vendedores, cajeros, etc.
Por otro lado, es bien sabido que la industria manufacturera tampoco ha sido benéfica para las y los laguneros. Los malos salarios que ofrecen, el mal trato a los empleados y los convenios leoninos que hacen con los gobiernos estatales, en donde reciben exenciones fiscales y premios para instalarse en la región y generar "muchos empleos", provocan que éstos no sean de calidad ni garanticen que la persona beneficiada verdaderamente encuentra una fuente digna y estable para poder sobrevivir.
Políticos como los gobernadores Miguel Riquelme y José Rosas Aispuro, presumen continuamente la atracción de inversiones extranjeras que generan empleos dignos para la región lagunera, sin embargo, no aclaran que las empresas que pagan verdaderamente mejor las mandan a otras regiones de ambos estados.
Está el caso de Coahuila, en el que ciudades como Saltillo y Piedras Negras están ubicadas dentro del grupo de municipios más competitivos del país, de acuerdo con su rango poblacional y La Laguna es uno de los últimos lugares en el rango de más de un millón de habitantes.
En Durango, la situación es prácticamente la misma, la capital también está bien calificada por instituciones como el IMCO, pero Gómez Palacio y Lerdo, en La Laguna, también son de los últimos lugares.
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En México urge una ley que obligue a los grandes empresarios a repartir mejor la riqueza que generan con la fuerza de trabajo de sus colaboradores.
El problema de México, Coahuila y Durango no es que no se genere dinero, sino que la riqueza producida se concentra en muy pocas manos, en familias que generación tras generación heredan fortunas millonarias y gozan de privilegios impensables en un país de 60 millones de pobres.
El empresario no le está haciendo un favor al trabajador al darle un empleo, está haciendo un convenio en el que utiliza el tiempo de una persona para labrar sus procesos que generan dinero y, en cambio, se debería ofrecer un pago justo por los resultados.