En Coahuila las políticas de seguridad excluyen a las mujeres. La frase se lee fuerte y hasta tendenciosa, pero el gobernador y sus subordinados no han podido detener la espiral de violencia que golpea a diario a las coahuilenses.
El gobernador Miguel Riquelme no se ha cansado de repetir que Coahuila es una entidad segura, que la política implementada para prevenir el delito está funcionando y que las fronteras de la entidad se mantendrán blindadas hasta el último día de su gobierno.
El énfasis de Riquelme va enfocado hacia el combate contra el crimen organizado, es decir, a la violencia provocada por las células criminales que trafican drogas, armas y hasta personas, sin embargo, ni siquiera ha tocado el tema sobre la violencia de género.
Esta semana se conmemorará el Día Internacional de la Mujer y, en Coahuila, no hay nada que celebrar: las llamadas al 911 están disparadas, las agresiones no se detienen y las brechas salariales son cada día más amplias.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública refiere que, tan sólo en enero de 2023, las autoridades abrieron 130 carpetas de investigación por el delito de lesiones dolosas en contra de mujeres en Coahuila. Esta cifra situó al estado como el tercero con más incidencia del norte del país, sólo por detrás de Nuevo León y Baja California.
Por otro lado, el delito que se está presentando con más frecuencia este 2023 es el de violencia familiar. Allí Coahuila es uno de los cinco estados con más incidencia de todo el país y el segundo del norte, sólo por detrás de Nuevo León.
Pese al problema crónico y latente, el gobernador ni siquiera se ha tomado el tiempo de hablar sobre su gran fracaso en el combate contra la violencia de género, no ha hablado sobre los malos tratos que dan los ministerios públicos a las mujeres. Tampoco ha regañado a las y los funcionarios que día a día ignoran las demandas sociales de las mujeres coahuilenses y mucho menos ha hablado con las y los empresarios sobre las brechas salariales entre hombres y mujeres.
Basta de colocarse un moño morado en el saco para demostrar que en Coahuila sí hay consciencia de género. No basta con llamar a prevenir la violencia en el discurso. La carencia de políticas públicas y de un sistema incorruptible provoca que miles de hombres se continúen atreviendo a hostigar, molestar y dañar la salud mental y física de las mujeres.
La violencia que hoy en día se registra en Coahuila es estructural. Los golpes se viven dentro de los hogares, en las escuelas, en los centros de trabajo. No basta con reaccionar después de que sucedió el delito, la clave es prevenir las acciones de violencia a través del diseño y la implementación de un sistema que sea estricto contra los agresores, de tal manera que éstos se la piensen dos veces antes de atreverse a agredir a una mujer.
Por otro lado, tampoco basta con el castigo. Mientras en Coahuila la narrativa continúe enalteciendo a los patriarcas, a los jerarcas varones y a sus mujeres serviles. Mientras continuemos viendo solo a varones encabezando posiciones clave en el municipio y estado, mientras los empresarios que dominan el capital estatal sigan excluyendo a las mujeres de sus negocios y mientras las brechas salariales entre ambos géneros sigan siendo tan amplias, seguiremos estando kilométricamente alejados de la meta que busca erradicar la violencia de género.