¿Participar o no participar en la revocación de mandato? Esa es la pregunta que se están haciendo muchas personas. Al leer lo que publican los medios de comunicación, una buena parte de la ciudadanía está adoptando la idea de que participar en la consulta es una estupidez, es cumplir un capricho del presidente, es validar el dispendio de más de mil millones de pesos sólo para ratificar su popularidad.
Más allá de la pregunta planteada, participar en la consulta ciudadana marcaría un buen precedente para comenzar a trabajar en la figura, hacerla más accesible y que verdaderamente se convierta en una herramienta ciudadanizada para cuestionar al poder y poner sobre la mesa decisiones que puedan beneficiar a la sociedad.
La revocación de mandato, básicamente, implicaría suspender el periodo de gobierno del presidente López Obrador. Como ya pasaron más de tres años, el Congreso de la Unión elegiría un presidente sustituto que terminaría la gestión en 2024.
Voces alrededor del tema han sugerido que, lo ideal, es que este ejercicio se realice justo en la elección intermedia, de tal manera que se puedan convocar a votaciones para designar al nuevo mandatario en caso de que el titular sea revocado.
Pese a las imperfecciones de la figura, participar resulta importante para hacer valer nuestro derecho a tomar decisiones. La democracia no sólo se reduce a votar por quienes nos gobiernan, sino a influir en todo lo que tenga relación con el quehacer público a través de la organización comunitaria.
Posiblemente lo que se pondrá este domingo a consideración de la ciudadanía no es tan relevante. La popularidad del presidente López Obrador es suficiente para mantenerse el resto del sexenio. Además, por las pocas casillas instaladas por el INE y la poca difusión, seguramente no participará, ni remotamente, el 40 por ciento del padrón electoral. La oportunidad radica en insistir al INE y a los propios legisladores que hagan más sencilla la oportunidad de llegar a organizar una consulta popular.
El camino para someter a consulta una decisión es sumamente espinoso. Actualmente, con las reglas tal como están, sería prácticamente imposible que un ciudadano de a pie lograra poner sobre la palestra una decisión que concierna a todo el país. En principio de cuentas, se requieren, al menos, el 4% del padrón electoral en firmas recopiladas, pero éstas tienen que estar distribuidas por todos los estados de la república, no en sólo una región. Esta regla solamente posibilita a los partidos políticos con importantes estructuras y recursos. A los ciudadanos los desplaza.
El INE, pese a la cantaleta de que es una institución ciudadanizada, pondera el cuidado de los partidos políticos, no tanto de los electores. Por ello, después de la revocación de mandato, sería importante que los legisladores se sentaran y propusieran una reforma que ayude a ciudadanizar y a acercar el tema de las consultas populares a la gente de a pie.
Participar es buena opción. Los ciudadanos necesitamos espacios para poder expresar nuestra opinión sobre el desempeño de un mandatario. Tenemos que aprovechar la coyuntura para fortalecer esta figura, de tal manera que en un futuro se puedan someter a consulta otro tipo de decisiones que ayuden a cambiar el rumbo del país o de una comunidad en situación de vulnerabilidad.
Las personas que se oponen al ejercicio se equivocan al no participar. El sistema, al final de cuentas, les está dando la oportunidad de registrar su descontento hacia el actual gobierno y, en una de esas, hasta su revocación.
¿Qué pasaría si en Coahuila pusiéramos a consideración la continuidad del gobernador Miguel Riquelme? Hay que recordar que solamente poco más del 30% de quienes fueron a votar eligieron su proyecto. ¿Qué hubiera pasado de haber tenido la oportunidad de despedir a Humberto o Rubén Moreira?
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Imagínense someter a consulta la posibilidad de investigar y enjuiciar a los responsables de la adquisición de la megadeuda. Imagínense que, además, estuvieran obligados a devolver el dinero robado.
Participar es buena opción. Al ejercicio le faltan muchas mejoras y quedará en nosotros y en las autoridades que éstas se realicen para involucrar de lleno a la sociedad en la toma de decisiones.