A lo largo de cuatro años, las obras de construcción para la infraestructura del Metrobús Laguna han cambiado la vida de muchos sectores de la ciudad. Colonias que ya eran marginadas alcanzaron un nuevo nivel de olvido e indiferencia gubernamental.
El Arenal es un ejemplo de lo anterior. Se ubica en la colindancia con el vecino municipio de Gómez Palacio y desde que comenzaron los trabajos para construir la Estación Nazas, donde se supone decenas de camiones del nuevo sistema de transporte llegarán, no hay mucho que ver salvo el abandono y peligros para sus vecinos.
José Ascención Canales, habitante de la calle 5 de mayo, da testimonio de cómo durante cuatro años los agravios en contra de los habitantes de esa colonia son una constante por las obras.
Su casa es una de las más afectadas por los trabajos de construcción de la terminal. Los techos y el baño presentan diversas cuarteaduras que ponen en riesgo la integridad del hogar que comparte con su esposa y sus tres hijos.
“No teníamos ni luz, venían y nos tiraban basura al lago. Había fugas de agua y las tapas de las alcantarillas hasta se las robaron”, narra.
Su compañera, Martha Alicia Castro, refiere que desde que comenzaron a trabajar en la construcción de la terminal se han manifestado en repetidas ocasiones, pero en el caso del municipio se deslinda de sus responsabilidades como gestores ante el gobierno estatal.
“Se echan la bolita los unos a los otros, ya fuimos a presidencia y nos dijeron que no les corresponde porque es del gobierno del estado”.
Cuenta que incluso cuando han protestado, los funcionarios locales les critican con el argumento de que perjudican al municipio y el gobierno del estado no tiene ninguna afectación.
“Ahora con la pandemia estamos como Los olvidados”, asevera al mencionar que ninguno de los apoyos presumidos por el gobierno como despensas o kits sanitarios ha llegado para quienes habitan esta colonia.
El panorama de El Arenal es complejo. De manera concreta la privada en que habitan los entrevistados colinda con un terreno baldío que dejaron las obras del Metrobús y donde incluso se anidan ratas que ponen en riesgo la salud de sus hijos.
La superficie donde llegarán los camiones está abandonada desde hace más de dos años y representa un peligro para quien transita cerca del lugar. Se supone que el resto de los trabajos correrán a cargo de la empresa Gas Natural del Noroeste, la cual ganó la concesión de 20 años para operar tanto esa terminal como construir otra en Mieleras y suministrar combustible a las unidades.
Las secuelas de una obra pensada como un proyecto de movilidad y bienestar metropolitano se extienden a otros sectores como el oriente de Torreón.
Gerardo A. Espino, comerciante que tiene su negocio sobre la carretera Torreón-Matamoros a la altura de la calle 47, relata que los peores momentos de la obra fueron durante el primer año de su ejecución porque sus ventas cayeron hasta un 80 por ciento.
“Los trabajadores no estaban haciendo nada y me decían que estaban cerradas por órdenes del ingeniero, aunque no había necesidad de cerrarlas. No es posible que una administración estatal le deba a una obra que estuvo presupuestada durante el régimen de Peña Nieto como una promesa presidencial y esa es una raya más al tigre de los Moreira”.
Recuerda que en su momento él y un grupo de 15 comerciantes exigieron a la autoridad municipal entonces encabezada por el hoy gobernador Miguel Riquelme Solís dar celeridad a los trabajos, aunque con poco éxito.
“Las personas protestamos y para evitar problemas nuestra área fue terminada muy rápido, pero todo lo demás ha sido muy lento y con parches. No creo que esto vaya a funcionar como debe ser”.
Señala que las afectaciones a los negocios no terminaron con la colocación del carril confinado, pues el año pasado vino un segundo capítulo en los problemas cuando se construyeron tres puentes peatonales sobre la carretera.
“Nunca habíamos visto en Torreón una obra pública que dispusiera de calles y que lo único que hacen es estrangular más la fluidez de los vehículos. Aquí hay un puente peatonal excedido en todo, pues es una infraestructura metálica que no se requiere. Se pudo hacer un puente menos caro y haberse aplicado el recurso en un avance en otros rubros”.
Los reclamos del comerciante cobran sentido al visualizar la estructura que tiene rampas más pronunciadas, enrejadas e incluso que tomaron la mitad de la calle 47, además de que dice no estar terminado porque ni siquiera está pintado por completo.
“Tuvimos muchos problemas con la empresa que tiene a su cargo la supervisión de la obra. El proyecto como tal la tiene Cementos Mexicanos o una filial, pero había una supervisión que algunos medios señalaron que tiene muchos revisando las obras que ejecuta o interviene el gobierno del estado de Coahuila”..
Pese a que en ambos casos hubo afectaciones directas al patrimonio de los torreonenses, el gobierno estatal a través de su Secretaría de Infraestructura, nada más reconoce que a lo largo de cuatro años una propiedad en los 25.5 kilómetros de la ruta troncal se ha visto afectada.
A través de la solicitud de información SIDUM/UT/616/2020 que presentó Red es Poder, la dependencia expone que la reparación del daño fue a un local comercial ubicado sobre la calzada México en Torreón y cuyo costo fue de 87 mil 60.71 pesos.
La dependencia estatal recibió también otra solicitud con una pregunta expresa sobre la reparación del daño ocasionado por la muerte de una mujer de 71 años de edad durante las obras en abril de 2018 porque un trabajador la golpeó con un trascabo y respondió que no tenía archivos sobre dicho incidente pese a su impacto mediático.
Los riesgos de la obra no pararon ahí. Los registros hemerográficos revelan que al menos dos accidentes de consideración han ocurrido durante el desarrollo de las obras del Metrobús Laguna: el primero fue el 28 de mayo de 2018 cuando dos trabajadores resultaron heridos en la construcción de un paradero sobre el bulevar Revolución y el segundo el 3 de octubre de ese mismo año, cuando otros dos empleados quedaron lesionados porque colapsó uno de los muros del desnivel que era construido sobre el bulevar Torreón-Matamoros, entre Francisco Sarabia y Rodríguez Triana.
Otros daños colaterales en la transformación de vialidades como el bulevar Revolución-Torreón-Matamoros tiene que ver con un incremento en el número de accidentes.
Mediante un ejercicio de transparencia el Tribunal de Justicia Municipal confirmó lo anterior y entre 2018 y 2019 el número de accidentes en esa vialidad creció de 25 a 43, además de que al cierre de la primera semana de noviembre la tendencia se mantenía a la alza con 43 percances.
Otra de las cosas que caracteriza a las obras de infraestructura del Metrobús Laguna es seguir una ruta de destrucción de la identidad urbana e histórica de la ciudad.
La primera parada fue la Plaza Cívica y su monumento al Torreón que estaba ubicado sobre el bulevar Constitución entre las calles Múzquiz y Ramos Arizpe. Aunque el espacio público era la única área verde vecinos de las colonias El Arenal y La Moderna poco importó y tampoco un monumento erigido desde 1972.
El hecho cobra mayor relevancia si tomamos en cuenta que previo a su destrucción había sufrido una serie de remodelaciones que costaron en 2014 una inversión cercana al millón de pesos al municipio entonces encabezado por el hoy gobernador Miguel Riquelme Solís, según da cuenta el portal de obras de Torreón en sus archivos.
La plaza y su monumento fueron quitados pese a la inconformidad ciudadana que tomó las calles, aunque fue hecha la promesa de reubicarlo, esto no ocurrió y en su lugar el Ayuntamiento actual, encabezado por Jorge Zermeño Infante, optó por construir uno nuevo.
Durante los trabajos de construcción de la Estación Nazas también los trabajadores de la constructora dieron con los vestigios de lo que fuera el Canal del Coyote, mismo que en su momento conectó con la Casa Colorada de valor histórico que se encuentra en el acceso principal de Torreón. Pese a que fueron convocadas las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para hacer un peritaje al respecto, al final se eliminó lo que quedaba en lugar de preservarlo y exhibirlo como parte de lo que había en la ciudad en el siglo XIX.
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Otro blanco en la ruta de la destrucción fue el bulevar Revolución, cuyo diseño y construcción habían permanecido intactos desde 1960 que se inauguró como parte de un compromiso adquirido meses atrás por el entonces presidente Adolfo López Mateos.
La fisionomía era simple, pero funcional. Un camellón central con abundante vegetación de palmas desde el sector Alianza y amable con el peatón, pues ahora el diseño impide cruzar el bulevar a menos que se intente en ciertas intersecciones.
Al respecto, Hugo Estrada Reyes, arquitecto especializado en temas históricos, afirma que es lamentable el actuar de las autoridades tanto municipales como estatales en el proyecto del Metrobús Laguna, sobre todo por la desaparición de monumentos y diseños emblemáticos.
“En la región norte del país se carece de un reconocimiento a este tipo de elementos, quizá porque no tenemos zonas arqueológicas como en la Ciudad de México. Se nota una ignorancia tanto en las autoridades estatales como municipales en este tipo de cuidados sin protocolos, se debió realizar un protocolo para quitarlo y establecerlo. Son gobiernos que no les interesa el rescate del patrimonio histórico y no es de hoy”.
Refiere que la infraestructura del Metrobús Laguna carece de elementos que permitan una armonía en la imagen urbana tanto de Torreón como de Matamoros, que serán las ciudades beneficiadas con el proyecto.
“Lo veo todavía muy gris e inconcluso. Una obra de este tipo debería involucrar un diseño urbano, una renovación que no veo, sino un proyecto aislado”.
Cuestiona también lo poco funcional que resultan algunas cosas dentro del proyecto como la construcción de más puentes peatonales en lugar de incentivar cruceros que faciliten la movilidad de quienes transitan a pie.
“La función de este tipo de proyectos es ayudar a la movilidad y conectarte de una manera más eficiente, pero creo que todo esto va ser inútil si no se lleva a cabo a la par otras situaciones”.
Al menos 11 manifestaciones y protestas acumulan las obras de infraestructura del Metrobús Laguna en Torreón durante cuatro años.
Un recuento realizado por Red es Poder da cuenta de que desde el primer día de los trabajos iniciaron los actos de rechazo al proyecto insignia para La Laguna durante la administración presidencial de Enrique Peña Nieto.
El 17 de noviembre de 2016 el exgobernador Rubén Moreira Valdez y el entonces alcalde Miguel Ángel Riquelme Solís encabezaron la ceremonia de arranque de las obras, siendo interrumpidos durante sus intervenciones por decenas de concesionarios del transporte público que acudieron para externar su desaprobación entre gritos y pancartas porque no se les consultó.
La molestia siguió y en enero de 2017 un grupo de vecinos de las colonias El Arenal y La Moderna realizaron una manifestación en las inmediaciones del Puente Nazas para reclamar afectaciones en sus viviendas derivado de las obras de construcción de una de las estaciones del Metrobús.
Unas semanas después vinieron al menos dos protestas más por las labores en ese sector y en esta ocasión por el retiro anunciado del monumento al Torreón. Un grupo de inconformes clausuró de manera simbólica las acciones de reubicación del torreoncito que tenía ahí desde 1972. En ese momento, el argumento de la autoridad encabezada por el alcalde interino Jorge Luis Morán y Gerardo Beralnga, titular de Obras Públicas, fue que la estructura volvería a su lugar una vez que la construcción concluyera.
Las quejas contra los trabajos del Metrobús se esparcieron por otros sectores de Torreón. Fue el caso de la carretera Torreón-Matamoros a la altura de la calzada Xochimilco y calzada México, donde los comerciantes realizaron en febrero de 2017 un acto para externar su desacuerdo con las obras y las afectaciones que las mismas ocasionaron en sus ventas.
Conforme los meses avanzaron otras voces reclamaron problemas por esos trabajos. En enero de 2018 le tocó el turno a los locatarios del emblemático Mercado Alianza de Torreón, quienes hartos de la tardanza procedieron con detener la construcción de un paradero sobre la calle Múzquiz entre las avenidas Allende y Matamoros. Su argumento fue simple: las obras que comenzaron meses atrás ocasionaron un duro golpe que hizo que sus ganancias bajaran un 50 por ciento.
Por otro lado, durante la última semana de noviembre de 2019 (pocos días después de que los trabajos del corredor troncal cumplieran 3 años) vecinos de la colonia Aceitera realizaron al menos tres bloqueos del bulevar Revolución por cierres peatonales y vehiculares que generaron problemas en la circulación del sector.
Las protestas más recientes recaen en habitantes de la colonia El Arenal, quienes durante la Carrera Panamericana de Autos en octubre pasado se colocaron en las cercanías del acceso principal de Torreón y Gómez Palacio con pancartas para reclamar afectaciones en sus servicios básicos derivado de las obras. El pasado 17 de noviembre, fecha en que la construcción del Metrobús cumplió cuatro años, apoyados con el Movimiento Laguna Soberana, realizaron una protesta irónica con un pastel para recordar la fecha.
Hasta el momento la autoridad estatal ha hablado de que será a mediados de 2021 cuando el nuevo sistema de transporte opere, aunque la construcción de las terminales tenga un marcado abandono y no esté definido un modelo de negocios para adquirir las 109 unidades que transitarán por la ruta troncal. El sentir de la sociedad lagunera es otro e incluso hace mofas: afirman que la pandemia por el coronavirus concluirá antes que la obra.