Buscar el poder por el poder mismo. La ambición y las ganas de gobernar son más grandes que el interés ciudadano, que las necesidades de los electores.
Estamos en plena batalla electoral. Las y los candidatos se golpean, se escupen en la cara, buscan ponerse el pie y dividir para lograr convencer masas.
En La Laguna la frase no podría aplicar mejor. En su momento, estaba cantada la mancuerna Marina Vitela, para la gubernatura y Omar Castañeda, para la presidencia municipal. Con el paso del tiempo, con las traiciones, con la división y con la descomunal ambición de ambos, el proyecto se fracturó, se dejó de escuchar a la gente y se emprendió una batalla feroz que finalmente dejó fuera a Castañeda de la contienda y encumbró a Vitela como cabeza del proyecto político de Morena en Durango y a su amadrinada, Betzabé Martínez, como candidata a la presidencia municipal de Gómez Palacio.
La ambición política es tan poderosa que en casi tres años no se registró ningún cambio relevante en Gómez Palacio, pareciera que nunca pasó el tiempo, que las mismas carencias que heredaron de Leticia Herrera continúan y se agravaron.
Por otro lado, al buscar el poder por el poder mismo, vemos a un Omar Castañeda resentido, enojado, buscando la manera de robar electores de Marina para que no gane, para que fracase su proyecto, para que no lo desaparezcan del mapa político en Durango.
Mientras continúan las disputas y las divisiones internas entre Morena y entre Marina Vitela y Omar Castañeda, la ciudadanía sigue olvidada y desplazada. Gómez Palacio es, posiblemente, una ciudad que dibuja con mucha precisión un gran ejemplo que representa el buscar el poder por el poder mismo.
El municipio lagunero, en los últimos 30 años, ha sido gobernado por familias, por caciques que se adueñaron del territorio, nombraron las calles con sus propios apellidos y se olvidaron de la administración pública con tal de fortalecer sus negocios particulares y sus proyectos políticos a futuro.
La familia Herrera, por un lado y los Rebollo, por el otro, son la representación de que a Gómez Palacio todavía se le ve como una pequeña parcela de tierra que se la dividen entre dos o tres familias de opulencia. El resto del municipio es terroso, sucio, marginado, pobre, sin inversión, sin proyectos, sin prosperidad, sin servicios públicos de calidad, sin nada.
Es tan gigantesca la ambición de los políticos que Leticia Herrera buscará ser alcaldesa por tercera ocasión, pese a que en las dos anteriores su trabajo fue terrible y objeto de señalamientos por presuntas irregularidades en el manejo de los recursos.
En el caso de Betzabé Martínez, es una joven impuesta por VItela que busca a toda costa quitarle cualquier gramo de poder a Omar Castañeda. Betzabé, en términos prácticos, es como una hija para la candidata a la gubernatura y tiene todo el apoyo de su estructura, de los recursos humanos municipales y del propio partido.
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Así, pues, al buscar el poder por el poder mismo, Gómez Palacio no tiene proyectos de inversión foránea, no genera muchos empleos, no tiene agua, no tiene pavimento de calidad, no tiene planes de desarrollo, no tiene rumbo, no tiene vocación, no tiene una zona industrial digna, no tiene absolutamente nada.
El circo electoral continuará la gira que tiene como fecha final el domingo 5 de junio. La gente saldrá a votar en menor o mayor medida para elegir a las y los ganadores. Tras levantar las manos triunfantes, llegarán al poder y pasarán desapercibidos porque sólo trabajarán para construir el próximo proyecto político; una diputación federal, una senaduría o hasta un puesto federal de grandes polendas.
De cualquier manera, los ciudadanos de Gómez Palacio, los de a pie, seguirán abandonados.
