¿A poco no...? | Juan Ceballos Azpe | @licjuanceballos
¿A poco no es cierto que la falta de consciencia individual y social, derivada del desconocimiento de las causas y consecuencias de la escasez de agua, es un factor determinante en la ausencia de soluciones efectivas para este problema? Si no se conoce ni se reconoce la existencia de un problema, no se resolverá y, en el caso del agua, por lo general se piensa que es una preocupación exclusiva de unos cuantos grupos defensores del medio ambiente, cuando la situación atañe a todos sin excepción y todos debemos comprometernos con su solución. Hace 20 años, Godwin Obassi, secretario de la Organización Meteorológica Mundial, dijo que, en 2025, en los países con fuerte escasez de agua, la población pasaría de 132 millones que había en 1990, a 653 millones, en caso de bajo crecimiento, y hasta 904 millones, si hay fuerte aumento demográfico. A cuatro años de esa fatídica fecha el pronóstico ya se cumplió.
Nuestro país y, en particular, la Laguna, no escapan a este panorama: la desigual distribución de los recursos hidráulicos y la presencia de mayores núcleos de población, así como el incremento de las actividades con más consumo de agua en las zonas de menores posibilidades hídricas, plantean una pugna feroz por el uso del líquido, a grado tal que las próximas guerras no serán por el petróleo, sino por el control del vital líquido. En la conmemoración del Día Mundial del Agua, el 22 de marzo de 2001, la Conagua, con datos de la mencionada Organización Meteorológica Mundial, reveló que de 1900 al 2000, la extracción total de agua en el mundo, se sextuplicó, aumentando a una tasa dos veces superior a la del crecimiento de la población, por la creciente utilización del agua para riego, el incremento de los usos industriales y domésticos, el criminal desperdicio y la falta de eficiencia en la optimización de su uso. 20 años después… estamos peor.
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Aunado a la demanda generada por el crecimiento poblacional, la ineficiencia en el uso del recurso y las graves pérdidas en los sistemas de agua potable y riego, se suma la contaminación por las descargas de aguas residuales y la falta de conciencia sobre el valor del agua. Todo lo anterior debe llevar a reflexionar a ciudadanos y autoridades en que el Día Mundial del Agua quede en una simple ceremonia cívica y una serie de actividades sin trascendencia. Para evitar una crisis de magnitudes insospechadas, debemos actuar más rápido, con visión de largo plazo y, sobre todo, generar un amplio movimiento cívico que tenga como misión crear en todos los ámbitos de la sociedad una clara consciencia de la importancia que tiene el adecuado manejo y conservación del recurso para el presente y el futuro de la región, del país y del mundo. ¿A poco no…? ¡Ánimo!